No hay nadie más moderno que él. Moderno en el primer sentido de la RAE, no en el metafórico. Aunque también. “Perteneciente o relativo al tiempo de quien habla”, arranca la Real Academia. Y sigue: “Contrapuesto a lo antiguo o a lo clásico y establecido”.
Toni Hill es el autor español de género negro más rabiosamente moderno y contemporáneo, el que mejor retrata la sociedad española del momento y refleja en tiempo real lo que pasa por las calles. Y en los hogares, tiendas, bares y restaurantes. Los de moda y los de andar por casa.
Cada novela de Toni Hill es nueva, en el sentido de que es diferente y original. Una vez dio por finiquitada la saga del inspector Salgado, ha escrito libros completamente distintos por cuanto a protagonistas, tramas, personajes y contexto. Rompe los esquemas pretéritos y empieza de cero cada vez. ¡Y cómo lo hace! AQUÍ escribí sobre ‘El oscuro adiós de Teresa Lanza’, AQUÍ sobre ‘Los ángeles de hielo’ y AQUÍ sobre ‘Tigres de cristal’.
Sirva esta larga introducción para recomendarles viva —y ‘muertamente’— la novela más reciente de Toni Hill, ‘El último verdugo’, publicada por Grijalbo. Les cuento muy brevemente el ‘de qué va’: cuando aparece una serie de cadáveres por Barcelona con una nota que reza ‘Alguien tenía que hacerlo’ prendida a los cuerpos, la criminóloga Lena Mayoral sabrá que tiene un largo y sangriento camino por delante.
¿Quién mata y por qué? ¿Cómo elige a sus víctimas? ¿De qué manera las ejecuta? ¿Cuánto falta para que un nuevo cadáver aparezca tirado en las calles con la siniestra nota de marras? Si ustedes han estado atentos al título de la novela, habrán deducido que Toni Hill nos da alguna pista que otra. ¿Un spoiler? No se preocupen. La novela tiene tantos personajes, tramas, subtramas y giros de guion que no pasa nada por saber que hay un justiciero ahí fuera, ‘homenajeando’ en la vida real al mítico personaje de Berlanga.
Otros temas que trata Toni Hill en esta novela: el bullying, por ejemplo. “Me odiaban porque eso las hacía sentirse mejor, porque siempre necesitamos a alguien en quien descargar el miedo o las frustraciones y es más sencillo hacerlo sobre los que son diferentes. El niño gay, la niña gorda, ¿qué más da? La sociedad está cambiando y eso genera temores, recelos, inseguridades. Es el miedo lo que les hace desconfiar de los avances sociales, el que reclama símbolos para así aferrarse a las viejas costumbres”. ¡Sólo sobre este párrafo se podría escribir toda una tesis, un tratado!
Más temas de candente actualidad: ¿qué saben ustedes del creciente fenómeno del ‘sugar daddy’? Pues Toni Hill lo trae bien a colación en esta novela. Y el de las mafias del este de Europa, tan implantadas en nuestro país. Y el de los asesinos seriales, que haberlos, haylos; como las meigas.
Y está el tema del pasado. De su peso. Y su pesado poso. La gran mayoría de los personajes de ‘El último verdugo’ están condicionados por algo que hicieron —o dejaron de hacer— en su pasado. Por las decisiones que tomaron y/o las que dejaron de tomar. Eso hace que, aquí y ahora, sus comportamientos resulten difícilmente justificables, pero perfectamente explicables.
Y ahí es donde radica la complejidad y la grandeza de una de las grandes novelas del año: en la gran cantidad de matices que enriquecen a los personajes, alejándoles de los clichés al uso y rompiendo con la dinámica habitual de Héroe-con-adicciones-y-debilidades enfrentado a Villano-con-trauma-a-redimir.
Termino resumiendo en términos audiovisuales: ‘El último verdugo’ encajaría a las mil maravillas en el catálogo de HBO, mucho antes que en el de Netflix.
Jesús Lens