Se quejaba Luis García Montero del ridículo de vincular la libertad con la posibilidad de tomarse una cerveza. Durante la eterna campaña electoral madrileña yo también he ironizado con la cuestión. ¿Quién sabía dónde se encontraba la delgada línea roja que separaba el batacazo sin paliativos de la Relaxing cup of café con leche del éxito sin precedentes de la Freedom caña de beer? Ayuso, claro.
Sí. Es absurdo identificar las cañas, las terrazas y otros placeres sencillos de la vida con la Libertad, así con mayúscula. Pero ha funcionado. Como ridículo era pasarse toda la campaña agitando el fantasma del fascismo y enarbolando el No pasarán. Solo que en este caso no ha servido para nada: el PP ha arrasado hasta el punto de anular a toda la izquierda… y también a Vox, a cuyos dirigentes se les ha quedado cara de póquer.
Al PP se le fue de las manos la coletilla de que todo es ETA y lo pagó en las urnas. La izquierda lleva demasiado tiempo tildando de fascista a todo lo que se sale de sus estrechos márgenes. Y así tampoco va bien.
En la calle nadie se cree el empeño de los unos y los otros por agitar los fantasmas de la Guerra Civil y por retrotraer la España comunitaria del siglo XXI a los años treinta del siglo pasado. Por muchos trolls que los partidos contraten para agitar las redes, por muchos argumentarios y consignas que los gurús envíen a sus acólitos y corifeos, esto no es aquello. Ni se le parece. Afortunadamente.
En la España de 2021, ni todo es ETA, ni todo es fascismo, ni todo es comunismo. Eso sí, una vez reducida la conversación al absurdo y a la confrontación, Ayuso ha demostrado ser la mejor. Con el apoyo de Vox, ha capitalizado el debate, se ha adueñado de la conversación y ha dominado la narrativa. El soso Gabilondo, ahí, no tenía espacio.
Ahora se mueve el escenario. ‘Moai’ Sánchez quiere pasar página cuanto antes y trata de desviar las miradas de Madrid apuntando a Sevilla, donde se ha sacado de la manga un as de Espadas para cortarle la cabeza a Susana Díaz. Otro día les cuento lo que significa en el tarot esa carta.
¿Por dónde rebajaremos el debate en nuestra tierra? ¿Rebujito o libertad? ¿Fino o comunismo? ¿Sal-morejo como plato con connotaciones xenófobas? ¿Papas a lo pobre como bocado identitario? ¡Qué nervios!
Jesús Lens