Da lo mismo que lo hayas hecho en el enero más cálido de la historia o que lo hagas en este febrero arrasado por la ola de frío polar: estas semanas, abrir la edición digital de IDEAL a cualquier hora del día o de la noche, supone arriesgarse a que la más reciente investigación contra la corrupción nos hunda un poco más en el pozo de miseria moral en que chapoteamos desde hace tiempo.
No sé ustedes, pero yo he perdido la cuenta de las operaciones policiales de las últimas semanas. Metafóricamente hablando, la AP-36, la autopista entre Madrid y Valencia, ha demostrado que el concepto “peaje” puede adquirir una dimensión muy polisémica y tener unas consecuencias (im)previsibles para los restos del gobierno del PP.
Luego está lo de los chinos, que es un misterio dentro de un enigma y presentado en forma de acertijo. Todo lo que tiene que ver con China adquiere unas dimensiones elefantiásicas, desde el banco ICBC, la institución financiera más grande del mundo, al polígono Cobo Calleja. Sin embargo y a simple vista, la actividad cotidiana de los chinos afincados en nuestra ciudad parece ser la de regentar restaurantes a los que no entra nadie a comer y tiendas que abren las 48 horas de cada día (24 parecen quedárseles cortas) o la de jugar a las tragaperras de nuestros bares y cafeterías.
Y también tenemos esa sonrisa profidén que se nos queda al asistir, atónitos, a la detención del dueño de Vitaldent y a otros tres directivos de la empresa, unos días después de la tocata y fuga del del dueño de Funnydent.
Parecía que uno de los logros de la sociedad española más moderna era el dental. Lucir una bonita sonrisa se había convertido en uno de esos objetivos globales que no salen en las noticias, pero que tanto hacen por mejorar el Índice de Felicidad Humana. Ahora, hasta eso nos han quitado, dejando a miles de personas la sonrisa congelada en el rostro y una enorme rabia interior.
Y todo este caldo de cultivo, en plena efervescencia, no sabemos qué resultados va a terminar cosechando: la corrupción que no cesa, en Madrid y Valencia; las tríadas chinas operando desde el banco más importante del mundo y los traficantes de marfil haciéndose ricos merced a las estafas con nuestros dientes.
¡Socorro! Nos ahogamos.
Jesús Lens