Danbé

Una mujer en la portada. Negra. Rostro firme y mirada decidida. El pelo, largo, recogido en una cola de caballo. Los puños en alto, envueltos en esparadrapo. Camiseta roja de tirantes. Y un subtítulo: “Mi lucha por la dignidad”.

La editorial ALMED, en su colección Ultramarina, acaba de publicar “Danbé. Mi lucha por la dignidad”, escrito a cuatro manos por Aya Cissoko y Marie Desplechin.

La protagonista de la narración es la propia Aya, francesa, nacida en 1978 de padres de origen africano. Malienses, en concreto. Y lo que cuenta en este libro es su vida. Una vida dura, azarosa, complicada y llena de desafíos, entre los que convertirse en la ganadora del Campeonato del Mundo de Boxeo Amateur no es, posiblemente, el más importante.

Me gustan las historias y las películas sobre boxeo, un deporte que no admite trampa ni cartón: doce cuerdas, dos púgiles y un árbitro. Claro que, después, puede haber chanchullos, sobornos y todo aquello que el género negro nos ha enseñado sobre sobre un mundo en el que tiene que ser duro, muy duro sobrevivir. Pero no es lo normal. Al menos, en el boxeo de base. En los gimnasios de barrio de las zonas más deprimidas de las grandes capitales de este mundo que globaliza la miseria a una velocidad cada vez mayor. En los centros comunales que dan vida al corazón de lo que se ha dado en llamar el Cuarto Mundo.

Espacios en los que personas como Aya o su hermano Issa encuentran un asidero al que sujetarse cuando la vida comienza a hacer aguas. Y en su caso, estuvo a punto de naufragar desde muy pronto, como “Danbé” cuenta a través de un estilo frío, seco, casi notarial. Una lectura hipnótica, casi existencialista, en la que las cosas pasan. Y punto. Incendios, meningitis mal diagnosticadas, accidentes que no son tales, racismo, violencia… y redención. De todo ello hay en “Danbé”. Pero sin dramatismo impostado. Sin melodrama.

“Me siento absolutamente feliz de acudir al gimnasio. Traspasado el umbral, entro en una burbuja, en una urna de cristal donde nada malo puede ocurrirme. En mi entorno, se considera el boxeo como un deporte violento. Aunque yo creo que la vida en sí ya es violenta. Los golpes que te da la vida sin previo aviso son, sin embargo, más dolorosos que los que recibes el cuadrilátero.”

Porque estamos ante una historia de mucha sangre, aun más sudor, pero apenas alguna lágrima. Porque los protagonistas son gente dura, acostumbrada a la lidiar con lo peor de lo peor de los peores barrios de lo peor de París. Y a salir airosos. A luchar con uñas y dientes por adquirir una formación básica ya que los puños, la mayor parte de las veces, no te sacarán de pobre. Aunque sean puños de acero, como los de Aya.

“Mi vida entera ha sido una lucha constante. Todo para llegar a donde estoy ahora, es decir, a ninguna parte. Cuánta rabia estéril y cuánta energía desperdiciada. Podría, por supuesto, actuar de otra manera, evitar los enfrentamientos y ocuparme de mí. Para empezar, me pongo a buscar colegio.”

Y están las personas del entorno que rodean a Aya, comenzando por su madre, que no se deja vencer por la tradición de las antiguas y tradicionalistas sociedades malienses que no permiten que una mujer saque adelante a sus hijos, sola. Ni se deja amilanar por una insuficiencia renal que la obliga a acudir a diálisis.

O Jean, el responsable del gimnasio y entrenador de Aya. Un tipo que lo tiene claro: “Los veteranos son los que financian el Club. Salió de ellos. No quieren saber nada de fondos públicos. Aquí no se piden subvenciones… estoy harto de esa manera de pensar. Yo forjo personas que saben buscarse la vida, y no dependen de subvenciones. La gente tiene que aprender a luchar. Los que saben hacerlo sobre la lona saben luchar en la vida.”

Y es que Jean enseña a respetar las reglas, los adversarios, el ring. Y “de acuerdo con eso, mendigar dinero sería peor que una contradicción. Sería un crimen. Así para el mantenimiento del club, cada uno aporta lo que puede y cuando puede. Unos, un talón, otros una cuerda de saltar… el club tiene que rendir cuentas a nadie. Es una cuestión de libertad, supongo, incluso de orgullo.”

Estos párrafos son buena muestra del tono de una narración extremadamente realista, pero en absoluto cruda o sensacionalista. Del principio al final, la historia de Aya es transparente y por eso, su biografía apenas requiere más de cien páginas para llegar y cautivar al lector que asiste a un ejercicio de literatura radicalmente vital.

Jesús Lens

A ver, a ver, los 19-O anteriores: 2008, 2009, 2010 y 2011

Papel y tinta

Hará un par de años que escribí un artículo titulado “Duendes de imprenta”, (podéis leerlo aquí) dedicado a un grupo de personas que, en el periódico IDEAL, convierten un texto escrito en un ordenador en unas fantásticas páginas impresas ilustradas, rebosantes de creatividad, magia y misterio.

Hoy, jueves 27 de octubre de 2011, me vuelvo a acordar de ellos, de los duendes que hacen realidad lo que, hasta su intervención, no era más que un sueño, un proyecto y una idea que, después, se convierte en un work-in-progress interminable y, por fin, en un archivo Word que pasas a algunos amigos para que lo lean, lo revisen, te aconsejen… Por último, todo ello acaba reducido a un PDF que llega a las manos de los duendes.

Y ellos lo convierten en uno de los objetos más bellos, enigmáticos, sencillos y maravillosos que existen: un libro.

Ahora mismo tengo a mi lado un ejemplar de “Café-Bar Cinema”, mi nuevo libro de cine. No me canso de acariciar sus páginas, de abrirlo y cerrarlo, de leer párrafos al azar, de hojear las fotos, de reflexionar sobre las citas.

Y, sobre todo, no me canso del olor al papel y la tinta que conforman ese objeto único e imprescindible: el libro.

Ahora que lo tengo en las manos, pienso en todas las personas que lo han hecho posible, que son muchas y, además, buenas e imprescindibles.

Pocas veces, un libro tiene un punto de partida tan claro, rotundo y concreto como “Café-Bar Cinema”. Lo he contado algunas veces, pero AQUÍ lo tenéis bien clarito.

La fecha: el 5 de febrero de 2009.

Los culpables: 3 Joses. Bueno, 2 Joses y 1 Pepe.

El primero, Pepe, mi Cuate. Y un SMS. Imprescindible.

El segundo, Jose Guerrero. Antes en Granada, ahora en Madrid.

El tercero, Jose Santos, el Duende de la imprenta.

Porque cuando vi ese reportaje, hermosamente impreso en papel, tuve claro que podía dar más de sí. Mucho más. (Lástima no tenerlo guardado, impreso o en PDF)

Desde entonces, horas y horas de películas, libros y, sobre todo, de ordenador. De Internet, consultas…y teclazos. Escribí tanto que reventé un teclado. Masacré un portátil.

Con todos vosotros, con quiénes me veo habitual o esporádicamente, hablaba del proyecto. De su evolución. De mis dudas, angustias y zozobras. ¡No se acababa nunca! Pobre, mi hermano, mientras corríamos y le contaba las últimas películas que había visto y sobre las que había escrito.

Y llegó la hora de plantearlo.

¿Lo queréis publicar?

Mis amigos de Almed no lo dudaron: SÍ.

¡Joder! Así da gusto. Si tuviéramos en esta ciudad a otros diez tipazos con la decisión, la pasión, el arrojo, la visión y la capacidad de trabajo de Jerónimo Páez, otro gallo nos cantaría.

Ánimos renovados, nuevos bríos y más horas, muchas más, dejándome las pestañas y un par de dioptrías frente a las pantallas. ¡Esas benditas, malditas pantallas de cine, televisión y ordenador!

Aún hacíamos promoción de “Hasta donde el cine nos lleve”, esos fabulosos On the road que nos conducían a mi Cuate y a mí hablar de cine a Barcelona, Madrid, Alicante, Gijón, Canarias, Salobreña o Cuevas de Almanzora.

Pero empezaba a haber ganas de cambiar de registro. O sea, de seguir hablando de cine, pero con otro argumento.

Los bares, los cafés, los clubes, las farras, bebidas, cervezas, pintas y chupitos. Bares, posadas, cantinas, cafés, clubes y casinos.

Cuando ya iban para dos años de trabajo denodado y el verano del 2011 se nos echaba encima, cuando “Café-Bar Cinema” empezaba a ser una realidad; me empezaron a dar esos voluntos tan míos, esos detalles que hacen que la vida merezca la pena.

Que si encargarle este cuadro a Irene. Que si pedirle a Fernando Marías un prólogo (lo vais a flipar). Que si cerrar una presentación en Salobreña, con Colin y Encarni, para antes de Navidad…

Y empezamos a concretar el final del proyecto.

Y comenzó la tortura para algunos fieles amigos: Alicia “Clarito”, Raquel Páiz y, por supuesto, mi querido José Manuel Vargas, el tipo con mayor paciencia y mejor carácter que conozco.

No creo que José Manuel Vargas le haya dicho que no a nadie. Nunca. ¡Qué capacidad de trabajar, rápida y profesionalmente! ¡Qué forma de convertir una idea, una posibilidad o una sugerencia en una realidad, de forma inmediata!

Maquetación, créditos, imágenes, pruebas de portada, contraportada, textos para la solapa, pies de foto, dedicatoria, post-dedicatoria al final del libro… Nada queda al azar. Nada es casual.

Ahora tengo embarcado a otro amigo en otra idea, audiovisual, para dar a conocer el libro, pero ya hablaremos de ello.

Y llega el momento de Juan Manuel Cid. Ojo, que Juanma está ahí siempre. Solemos vernos una o dos veces al mes y compartir un café rápido, hablando de libros, de jazz o de The wire. Pero ahora tenemos que hablar casi a diario: promoción, presentaciones, reseñas… la otra parte de la literatura.

Porque los libros son palabras, papel y tinta.

Los libros son trabajo, soledad, dudas y cansancio.

Pero también son diversión, encuentros, charlas, proyectos, ideas, risas y la mejor excusa para verse. Para vernos. Para veros. Para que nos veamos.

Jack Bauer, pidiendo permiso para entrar en el Café-Bar Cinema 😉

A todos, a todas: GRA-CIAS.

Por estar ahí. Por escucharme. Por aguantarme. Por apoyarme. Por aconsejarme.

¡Gracias!

Jesús exultante Lens.

Y sí. Otros 27 de octubre, también hemos blogueado: 2008, 2009 y 2010. Pero el del 2011 será histórico 😉

LUNA DE JUNIO

A veces llegan manuscritos. Bueno, manuscritos que no son tales. Sería más propio llamarlos “originales”, que los procesadores de textos hacen maravillas y han terminado casi por completo con la palabra escrita a mano.

Decía que, a veces, tenemos la suerte de leer, en un puñado de folios, la narración de una persona. Su historia. O sea, una de las historias que surgen de su fértil imaginación. Una historia que, piensas, debería ser leída y compartida por otras personas.

Porque es buena.

Porque es divertida.

Porque es diferente.

Una historia como la que escribió Carlos Balado, titulada “Luna de junio”. Y que la editorial ALMED ha tenido el tino y la generosidad de publicar en su moderna, nueva y atractivísima Colección Ultramarina.

Sobre el “de qué va” la novela, podéis leer AQUÍ.

A mí, además de recomendarla vivamente, me apetece hablar del autor, Carlos Balado, Jefe de Obra Social y Relaciones Institucionales de la Confederación Española de Cajas de Ahorro, al que tengo la fortuna de conocer desde hace varios años y con el que he tenido ocasión de compartir conferencias, ponencias, seminarios…

Durante los años que he sido Secretario General de la Asociación Internacional de Entidades de Crédito Prendario y Social, me tocaba organizar las Asambleas Generales y, en ellas, coordinar las diferentes ponencias e intervenciones. Siempre, por sistema, una de las más esperadas era la de Carlos Balado. Y, después, también terminaba siendo una de las más recordadas, comentadas y memorables, con innumerables peticiones, por parte de todos los oyentes, de recibir su contenido por mail, CD o pen drive.

Porque Carlos no sólo es brillante en las exposiciones, claro y contundente, sino que atesora una cantidad de conocimientos que pueden llegar a apabullar. Conocimientos sobre las más variadas disciplinas que, después, Carlos sabe cómo relacionar y mezclar para conseguir establecer conexiones y conclusiones que nos hacen entender mucho mejor el desmesurado mundo en que vivimos y el entorno global en que nos movemos.

Pero, ojo, que nadie se llame a engaños. Lo mejor de Carlos es que, además, sabe escribir historias tiernas, intimistas, divertidas y simpáticas como “Luna de junio”, protagonizada por un personaje muy singular y a contracorriente que emprende un viaje aparentemente sencillo, pero que, para él, puede convertirse en una titánica aventura.

Consejo de amigo, id a vuestra librería más cercana y pedid “Luna de junio”. Una novela muy apropiada para la temporada de verano que ahora comienza. Y, de paso, una recomendación de otro tipo, pero de la misma editorial ALMED: “Las cenizas de los imperios”, de Karl E. Meyer. Subtitulado como “La lucha por la supremacía en el corazón de Asia”, nos habla del origen de los conflictos que sangran por las heridas abiertas de Afganistán y países limítrofes.

Porque las cosas no ocurren por casualidad. Porque la historia marca el porvenir. Porque, en un mundo global, ningún rincón del mundo nos puede ser ajeno… hay que conocer el origen de “Las cenizas de los imperios”. (Más info, AQUÍ)

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

HASTA DONDE EL CINE NOS LLEVE

Comprar IDEAL y encontrarse este artículo de Manuel Villar Raso en sus páginas de opinión, me hace dar un brinco de alegría y, también, sentir un pellizco en las tripas. De orgullo, de satisfacción y de felicidad. Qué bueno es tener buenos amigos.

 

Viajar es ver y sentir, ir en busca del sueño y de lo inesperado, recuperar la pasión de la aventura y el anhelo de eternidad. Hay muchos géneros de viajes. Surgen en las tertulias, en los libros, en las revistas. La literatura ha cultivado el género de viajes desde la Odisea de Homero, hace cientos de años, hasta Javier Reverte y Kapuscinski; pero modernamente pocos géneros lo hacen con mayor soltura que el cine, del que este libro de la editorial granadina Almed nos deja ejemplos memorables. En él, Jesús Lens y Francisco Ortiz nos descubren hermosos paisajes, aventuras sin límite y emociones a raudales, tanto en los espacios vacíos de Kubrick, en la prehistoria, como en  los dibujos animados y en películas tan intemporales como El viaje del emperador, una hermosa película, sencilla y tierna, que es una lección fílmica de cómo los animales pueden ser tan humanos como los hombres.

¿Lo tenéis ya? Esa luna...
¿Lo tenéis ya? Esa luna...

El viaje es un puro experimento que nos impulsa a no permanecer encerrados en nuestras casas y a viajar por la Argentina, por la India y Hong Kong, a hacer largas distancias que engloban el mundo entero y a buscar, tanto en secuencias intimistas como en las secuencias impresionantes de la antigua Roma, historias trágicas y emocionantes, personajes arquetípicos, tramas y aventuras que unen civilizaciones y nos llevan por continentes e islas misteriosas en un fabuloso cóctel, sencillamente de la mano de deliciosas películas y aventuras que espolean nuestras ganas de soñar tanto o más como lo hace la mejor literatura.

Porque Hasta donde el cine nos lleve recorre la Edad Media con soberbios viajes y nos descubre personajes que acaban enganchando al espectador y lo convierten en viajero; luego pasa al descubrimiento de  América con películas tan poderosas como Apocalipto y La aventura equinocial de Lope de Aguirre de Werner Herzog, en busca del mítico El Dorado, y que visualmente son tan hermosas y descriptivas como las historias que podemos encontrar en los escritores latinoamericanos. Y de América, Jesús Lens y Francisco Ortiz pasean su extraordinaria visión cinéfila por la India y por el África de Tarzán, que ha hecho correr ríos de tinta, con historias sobre este continente, como las de Burton y Speke, repletas de emoción, unas basadas en hechos reales y otras en recreaciones literarias, tan hermosas como Memorias de África, con evocaciones y atardeceres inolvidables, filmadas de manera incomparable.

Y sin olvidarse del universo del Western, del nomadismo, de la acción y de la conquista, Hasta donde el cine nos lleve, penetra en el siglo XX, en el que unas fronteras caen y otras se levantan, siempre popularizando el viaje y democratizándolo, a pesar de que las distancias en este mundo nuestro son cada vez más cortas y complicadas. Surgen así las películas bélicas de las dos grandes guerras y del Vietnam, que han sacudido nuestro mundo, algunas verdaderas obras maestras, con las que la aventura auténtica sigue volviendo a la cartelera, y así sucesivamente hasta el siglo XXI.

«Cuando nos arrebatan la aventura, la soñamos», dice Borges y de ahí que continuamente aparezcan grandes obras maestras como El cielo protector de Bertolucci, basado en la novela de Paul Bowles, y numerosos filmes en los que  quizá no importen tanto los viajes como la manera con que su desarrollo afecta al viajero, al encontrar en ellos su propia identidad, ya sea individual o colectiva. Porque buena parte de las películas premiadas con el Oscar en los últimos años están basadas  en viajes y epopeyas, que definen de maravilla el devenir vital de la población de nuestro mundo y  Jesús Lens y Francisco Ortiz también se detienen en ellas.

Su atracción por lo gótico y el thriller no puede dejar de  descender a los infiernos, a viajes que no son del gusto de todos, pero en los que aparecen personajes inquietantes, que atrapan la atención del espectador durante dos horas, como No es un país para viejos. Estamos, en consecuencia, ante un libro inquietante, ante un gran proyecto, que no sólo analiza las aventuras más representativas de nuestro tiempo y que no deja indiferente a nadie que lo lea, en viajes que se abren hacia un futuro cuyas metas son difíciles de predecir, como reconocen sus autores.

HASTA DONDE EL CINE NOS LLEVE

Hasta donde el cine nos lleve

(Viajes y escenarios de película)

 

Jesús Lens & Francisco J. Ortiz

 

Granada, Almed, 2009

272 págs. (+ 32 págs. fotografías color) – 19 €

(El libro se puede comprar en las librerías Negra y Criminal, de Barcelona. Estudio en Escarlata, de Madrid. Atlántida y Picasso, de Granada. Y, directamente y sin gastos de envío, a través de la propia editorial Almed)

 

 

 

Viajar es vivir, aprender, conocer, crecer, descubrir… Y el cine es el vehículo perfecto para ello. Eso es lo que sostienen Jesús Lens y Francisco J. Ortiz, autores del libro Hasta donde el cine nos lleve, subtitulado como Viajes y escenarios de película, que acaba de publicar la editorial granadina Almed en su colección Ultramarina y que nos promete «Un viaje doble en el que el lector comprenderá, como Paul Bowles y Bernardo Bertolucci, que no es lo mismo ser turista que ser viajero y que en la mayoría de los casos es el camino y no el destino lo que de verdad importa».

 

Si algo nos ha enseñado la historia es que el hombre es nómada por naturaleza y que una de sus características más definitorias es el movimiento perpetuo. Desde la edad del hielo hasta las galaxias más lejanas el hombre ha viajado siempre y en todo lugar. Por gusto, por sed de aventuras o ansias de descubrimientos unas veces; por necesidad la mayoría, el hombre siempre ha estado en marcha.

 

Y el cine, fiel reflejo de la historia de la humanidad, así lo ha reflejado. De los hombres primitivos de Ice Age y En busca del fuego hasta los héroes de las odiseas espaciales, pasando por los más nobles caballeros medievales y los más aguerridos cowboys, todos ellos han protagonizado películas en las que el viaje nos ha servido, tanto a los personajes como a los espectadores, de aprendizaje e iniciación.

 

A través de una exhaustiva y apasionada narración, Francisco J. Ortiz y Jesús Lens cuentan la historia del hombre, desde la prehistoria más lejana hasta el futuro y más allá, repasando decenas de películas cuyo nexo de unión es el viaje que hacen sus protagonistas, al mismo tiempo que prestan atención a los distintos géneros cinematográficos (el western, el cine de terror, las road movies) y a temas relacionados con la idea del viaje, como los escenarios -naturales y artificiales- que surgen en el camino o los medios de transporte utilizados para ello, del barco Surprise de Master & Commander a la segadora marca John Deere de Una historia verdadera, pasando por la Vespino de Caro diario.

 

Un libro profusamente ilustrado en que, por ejemplo, conviven Viaje a la Luna de Méliès con 10.000 A.C. de Emmerich, Centauros del desierto de Ford con Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen, Apocalypse Now de Coppola con Death Proof de Tarantino. Un libro intenso en que sus autores demuestran su amor por el cine y su pulsión por el viaje como camino de aprendizaje y perfección de la naturaleza del ser humano.

 

 

LOS AUTORES

 

Jesús Lens

(Granada, 1970). Licenciado en Derecho, desempeña su labor profesional en CajaGRANADA como Director de Microcréditos y Monte de Piedad, así como Secretario General de la Asociación Internacional de Entidades de Crédito Prendario y Social. Es colaborador habitual en el periódico Ideal, donde publica una columna semanal de opinión. Crítico especializado en cine, música y literatura de género, ha publicado relatos y ensayos en diversas revistas y páginas web. Es autor del blog cultural y de opinión Pateando el mundo.

 

Francisco J. Ortiz

(Villena, Alicante, 1976). Licenciado en Filología Hispánica, es profesor de Lengua y Literatura Castellana después de haber ejercido como editor digital. Crítico especializado en cine, cómic y literatura de género, ha publicado relatos en las antologías Cosecha negra, A tiro limpio y Visiones, así como ensayos en Gigamesh, Stalker, Modus Operandi, Prótesis y Gangsterera. Cuenta con una columna de opinión en El Periódico de Villena y es autor del blog cultural Abandonad toda esperanza.com.