Hasta ahora, nunca había reparado en ellas. En las urnas. Y mira que una vez me tocó ser mesa electoral y me pasé un montón de horas haciéndole compañía a una. Pero no me fijé en ella, por mucho que fuera el centro de atención del colegio.
Es lo que tiene ser paisaje: no cobramos conciencia de su importancia hasta que, de repente, ocurre algo que nos obliga a pararnos, mirar a nuestro alrededor, fijarnos y reflexionar.
En este caso, el anuncio de la licitación de un concurso por parte de la Generalitat para la compra de 8.000 urnas y la advertencia del gobierno del PP de que dicha licitación iría contra lo dictado por el Tribunal Constitucional hace que, de repente, esos cubículos adquieran una relevancia especial.
Ha sido ahora cuando he recordado que, efectivamente, en el anterior simulacro de consulta instigado por la Generalitat se utilizaron cajas de cartón a modo de urnas. Y aquello daba una sensación de falta de seriedad y de charlotada que no se podía aguantar.
La adquisición de urnas transparentes y de metacrilato se convierte, pues, en requisito sine qua non para darle enjundia al que debería ser el momento culminante del llamado proces catalán o proceso soberanista de Cataluña. Y, como símbolo… ¡vive Dios que no podían haber elegido uno mejor!
Una urna electoral representa la democracia infinitamente mejor que las banderas, escudos, proclamas, manifiestos, mítines o procesos de primarias. Una urna electoral es un hermoso objeto de una belleza minimal al que deberíamos erigir un monumento: perfectamente rectangular, angulosa y herméticamente cerrada, excepción hecha de la estrecha ranura superior a través de la que se introduce el sufragio voluntario. Inaccesible. Inviolable. Pura. Divina. Virginal.
Una urna electoral, además, solo sirve para lo que sirve. Y nada más. Cumple con su función democrática durante la jornada electoral y, una vez finalizada, vuelve al almacén, al armario, al altillo en que reposará durante varios meses, antes de que su concurso vuelva a ser requerido. ¿Se puede ejemplificar mejor la esencia de lo que debería ser la democracia?
No sé en que terminará la iniciativa de la Generalitat de licitar la compra de urnas electorales. Lo único que pediría a todas las partes responsables de esta situación es que tengan sentido común y las miras suficientes para no convertir las urnas electorales en urnas funerarias.
Jesús Lens