Valdano, madridismo, templos e integración

Hay personas que están a la altura del personaje. Porque hay figuras mediáticas que, siendo excelentes personas, acaban asemejándose a eso, a su propio personaje.

Una de las cosas que más me gustan de los partidos del Canal Plus, cuando juega el Real Madrid, es escuchar a Valdano, finalizados los 90 minutos de juego.

Siempre he sido valdanista. Lo que, en los tiempos del implacable Mourhiñato que nos domina, es mucho decir.

He sido valdanista incluso cuando dirigía al Tenerife y nos birló, a los madridistas, dos ligas seguidas. Porque después vino a la Casa Blanca e impuso su filosofía de juego. Y de vida.

Soy valdanista porque Jorge marcó un golazo en la final del Mundial de México, en el triunfo del fútbol genial y libertario de la anarquía pibe y ché.

Soy valdanista porque Jorge nos hizo vivir jornadas épicas con remontadas imposibles.

Soy Valdanista porque Jorge descubrió, subió e hizo grande a Raúl, el último gran mito viviente y en activo de la Casa Blanca, aunque ahora juegue de azul.

Soy valdanista porque adoro escuchar la florida verborrea de Jorge, cargada de sentido y poesía. Y porque me gusta leer lo que escribe. Porque sus famosos “Sueños de fútbol” nos hicieron disfrutar del deporte leído, abriendo camino a Galeano, Vázquez Montalbán y otros autores para los que el balompié es mucho más que una sucesión de partidos.

Y soy valdanista porque Jorge acuñó aquello del miedo escénico.

La primera (y única) vez que he estado en el Santiago Bernabéu, en partido oficial, sufrí lo que podríamos definir como “subidón”. Fue algo grande. Muy grande. Fue un partido de Champions en el que el Real Madrid de Ronaldo y Zidane le metieron un 3-1 al Manchester United de Beckham.

Dos momentos tengo incrustados en el córtex: un “molinillo” de Zidane en el centro del campo, que me pareció una obra de arte a la altura de la Gioconda o Los Girasoles, y el momento en que marcamos el tercero y el Bernabeu se venía abajo. Literalmente.

Por todo ello no es de extrañar que el pasado lunes, Amparo Rubiales se mostrara alborozada, en el Santiago Bernabeu, cuando estuvimos en el acto de la firma de un convenio de colaboración entre CajaGRANADA, su Fundación, el pueblo de Baza y la Fundación Real Madrid, para la puesta en marcha de unas escuelas de integración de fútbol.

Reconozco que traspasar las puertas del Bernabeu, trabajar en su sala de prensa y tener la ocasión de saludar a Valdano, que impresiona más en persona que como personaje, fue una de esas experiencias que se disfrutan enormemente. Ver por allí al Buitre y a Granero y formar parte de un proyecto de integración social que, a través del deporte, vincula dos marcas tan queridas para mí como son CajaGRANADA y Real Madrid… lo dicho: ¡un subidón!

¿Qué queréis que os diga? Si antes ya era merengue, ahora soy merengón. Y, quizá por eso, estuve anoche escuchando El Larguero hasta la una de la mañana, disfrutando de la conversación con Jorge, larga y (dis)tendida. Aprendiendo. Siempre aprendiendo.

Gracias a Elena y a Paulino por sus atenciones y su colaboración en Madrid y ojalá, seguro que sí, sigamos haciendo cosas juntos.

Jesús requetemadridista Lens

REAL MADRID ESPERPENTOS CLUB Y OTRAS COSAS DE FÚTBOL

Hoy va de deportes. Esta mañana hablábamos de baloncesto y de la Magia del 23 y ahora pasamos al fútbol. Y es que, desde hace unos años, lo del Real Madrid es de traca. Pero todo eso ya lo saben ustedes. Si siguen el mundo del deporte, es ocioso repetirlo. Y no lo siguen, el tema les importa una higa.

 

Así que, concédanme un par de minutos para hablar de los sinsentidos blancos de las últimas fechas, yendo más allá de lo puramente deportivo.

 

Por un lado, la candidatura fantasma del tal Onieva. Resulta que organiza un acto de presentación, sale un sujeto al que nadie conocía, cuenta un cuento sobre el precio del tiempo, habla de Kennedy y Obama (al que prometen hacer socio de honor del Club) comunica que el club ayudará a pagar las hipotecas a los socios en paro… y todo el embolao se convierte en un chiste, replicado hasta el infinito por los medios de comunicación.

 

¿Se acuerdan de la famosa y repipi Niña de Rajoy?

 

Pues el pobre niño que le quiere comprar una hora de su tiempo a su atareado papá se ha convertido en la tumba de Onieva. Pobre. Para una vez que sale alguien con imaginación en el mundo del fútbol, se le lapida sin conmiseración alguna, se hace mofa de él, se le convierte en objeto de burla.

 

Por lo visto, el hombre sudaba, se le enredaba la lengua, asumió un protagonismo que no le correspondía, se convirtió en la vedette de la presentación… No sé. Yo escuché su cuento en la radio y me gustó esa forma distinta de plantear un proyecto deportivo. Y eso que el gran cuentista por excelencia del mundo del fútbol, el Jorge Valdano del miedo escénico, está con los Otros, con el siempre serio, regio y meticuloso Florentino Pérez.

 

Y es que lo de Florentino, aunque venga disfrazado de los tres Reyes Magos en uno solo, con Villas, Silvas y Kakas en las alforjas de su engolada caravana de camellos, me desconcierta.

 

¿Cómo es posible estar trabajando en la contratación de dos entrenadores tan rigurosamente diferentes entre sí como Mourinho y Wenger? Diferencias que, más allá de lo personal, tienen que ver con una forma de entender el fútbol, la cantera y la filosofía de trabajo de un Club.

 

Me ha gustado mucho el comienzo de este artículo de Pedro Santos, asesor de la Diputación de Orense, que hoy podíamos leer en ABC: «Es fundamental ante cualquier reto o compromiso social tener claro hacia dónde se quiere uno dirigir, y que metas se quieren alcanzar. Debido a la dimensión humanizadora de la cultura en el amplio ámbito de la palabra, debemos de formular un proemio que nos sirva de guía y candil para no desorientarnos en ese maremagnum de propuestas y compromisos que se van perfilando en el comienzo de una acción de gobierno.»

 

Así las cosas ¿cuál es el proemio (signifique ello lo que signifique) que guía el proyecto futbolístico de Florentino? El proyecto empresarial ya lo conocemos: cambiar ladrillos por las botas y los caretos más ilustres y conocidos del concierto internacional. Pero ¿y el proyecto deportivo? Porque un proyecto deportivo, más allá de los jugadores, lo hace triunfar la cabeza pensante que los dirige, como Guardiola ha demostrado en apenas un año; o lo hunde irremediablemente una cara bonita con traje de Armani, como Queiroz acreditó en su momento.

 

Sin entrar en que, de momento, ni una palabra se ha escuchado sobre el baloncesto, el hermano tonto del club blanco.

 

Fíjense en las portadas de hoy de los diarios deportivos madrileños. ¿Caben dos proyectos más antagónicos entre sí, ambos ligados al mismo Florentino?

 

La otra noche, en el debate de El Larguero, se planteaba la posibilidad de que Valdano se dejara de cuentos y ocupara el banquillo de la Casa Blanca. A mí, personalmente, siempre me gustó Valdano, desde que leí sus «Cuentos de fútbol» y el Tenerife nos quitara dos ligas. Con un par.

 

¿Se habrán agotado las ideas de Jorge? Como comentarista de La Sexta, su sapiencia palidece ante las excentricidades de Montes y la bullanguera nadería de Salinas. ¿Le quedan neuronas y capacidad para gestionar el nuevo sueño de la Sábana Blanca, que no Santa?

 

Porque, y esto lo escribo de cara al miércoles, esta semana seré blaugrana. Sí. Por amor a la estética y a la justicia poética. Jamás pensé que podría querer que el Barça ganara un partido, una competición, una Liga de Campeones. Pero sí. Este miércoles, cuando el Barcelona y el Manchester United diriman la finalísima de la Champions, gritaré alborozado los goles de los Etoo, Messi, Henry o, sobre todo, los de Iniesta o Xavi.

 

Envía Pere Sureda a La Parida de Andreu Martín, las siguientes palabras:

 

«DOS HOJAS DEL TREBOL

 

      «La victoria queda en los libros,

 

      pero la forma

 

      de conseguirla queda

 

      en la cabeza

 

      y en el corazón de la gente»

 

(ARRIGO SACCHI.)

 

Y ahora a conseguir el trébol en Roma el día 27, con nuestro estilo. No sabemos hacerlo de otra forma.»

 

Las suscribo como propias y, estupefacto ante las elecciones para la Casa Blanca, echando de menos a un Obama que nos conquiste con su proyecto sereno y la esperanza de su discurso, cierro este texto con un grito que, como madridista convicto y confeso, reconozco que me rechina… pero que no me puedo dejar dentro, aún a riesgo de que me caigan mojicones a diestra y siniestra:

 

¡Visca el Barça!

 

Jesús Lens, increíble y semanalmente blaugrana.