La otra noche volví a ver ‘El caballero oscuro’, la película de Batman en la que el Joker interpretado por un inconmensurable Heath Ledger se come con patatas a Bruce Wayne. Pocos villanos tan interesantes en la historia del cine como este Joker, un adorable y cruel nihilista al que terminamos amando sin remedio.
Al Joker le gusta generar caos a su alrededor. ¿Qué busca, qué quiere el Joker realmente? Nadie lo sabe. Al principio parece que es una cuestión de dinero, pero nada más lejos de la realidad, como comprobaremos cuando le pegue fuego a un buen montón de millones de dólares.
Hay un momento de la película en que Bruce Wayne habla con su fiel aliado Alfred, interpretado por el maravilloso Michael Caine y su perfectísima dicción inglesa. ‘Hay personas que no buscan algo lógico, como dinero. No se les puede comprar, ni amedrentar, ni hacer entrar en razón. Algunas personas sólo quieren ver el mundo arder’.
Ver el mundo arder… Escribía de ello hace unos días, a la vuelta de agosto. Los populistas son muy amigos de pegarle fuego a las cosas, de actuar como pirómanos, incendiar lo que no les gusta, alimentar las llamas y sentarse a contemplar el espectáculo. ¿Y después? Ya se verá… O no.
Estoy siguiendo con tanta atención como preocupación los furibundos cruces de acusaciones entre los seguidores de Pedro Sánchez y los de Pablo Iglesias, abriendo un costurón que, llegado el caso, será muy difícil de suturar. Las izquierdas, como siempre, divididas y dándose dentelladas, a cara de perro. Imposible encontrar un atisbo de autocrítica en ninguno de los partidos. Ni de sus partidarios. El hooliganismo político elevado a la enésima potencia.
Esta vez, el debate más encarnizado no va a dividir a las izquierdas y a las derechas, sino a Pablo contra Pedro. Pedro contra Pablo. Ya han comenzado las teorías de la conspiración y un virulento llamado a la movilización del voto. Y de los votantes. Malos tiempos para la lírica, de aquí a las próximas elecciones. Tiempos propicios, sin embargo, para ver el mundo arder.
Jesús Lens