Dejamos los Cuaversos de hoy, retomando una de esas perlas de Ignacio que tanto nos gustan, conmueven y emocionan.
La deconstrucción del amor
Lo peor, no saber hasta qué punto
tu vida te parece el resultado
de dos o tres propósitos que amenazan cumplirse
o, más bien, de la expresa renuncia a todos ellos:
algo así como esa sensación contradictoria
de haber sido feliz a un alto precio…
Lo que llaman un destino dichoso, es cierto,
pero adquirido de saldo,
o con serios defectos de fabricación,
o con el manual de instrucciones escrito en alemán.
Y, sin embargo, hay días en que se ordenan como un bello espectáculo
o como una comedia bien escrita.
Y noches apacibles en que te basta un libro,
una luna, dos estrellas,
o algo más humano, como un simple mando a distancia
de una tele, en un salón vacío.
O la complicidad de alguien que piensa en sus cosas,
muy cerca de ti, sabiendo,
de antemano,
que su vida y la tuya sólo pueden coincidir parcialmente.
Igual que sólo parcialmente coinciden esos días felices
con cualquier idea previa que tuvieses de la felicidad.
De algún modo, quisiera que esos días,
esas noches, marcaran el tono de mi vida,
y fuera como la casa que comparto
con alguien
que también
sufre esas dudas,
pero se calla.