El lunes festivo animábamos a la gente a visitar la otra Granada a través de IDEAL, en un doble sentido…
Llámenlo necro-bibliofilia, pero cuando fallece un escritor al que aprecio, busco en mi biblioteca alguno de sus libros y leo algunas páginas, a modo de homenaje. Por eso, el pasado fin de semana estuve repasando algunas de las localizaciones que Umberto Eco fijó en su imprescindible “Historia de las tierras y los lugares legendarios”.
Poder pasar de El Dorado al reino de Saba, visitando por el camino Thule, la Atlántida, el país de Jauja o las islas de Utopía, es un gustazo. ¡Cuánta imaginación y sapiencia se dan la mano en esa joya ilustrada, editada por Lumen!
Y quiso la casualidad que estuviera pasando páginas mientras, a mi lado, descansaba una de las reproducciones de grabados históricos de la colección de CAJAGRANADA que IDEAL está regalando todos los sábados. En este caso se trataba de “Camino de la Fuente del Avellano” y mostraba un recodo del sendero, con la Alhambra al fondo. Un frondoso bosque jalona el discurrir del Darro y, en lontananza, el Albaycín.
De vez en cuando, me gusta quedar con mi hermano para salir a correr y hacer lo que llamamos un Histórico. Solemos subir por el Realejo, recorremos la Alhambra, bajamos por los Chinos, subimos la Cuesta del Chapiz, echamos el bofe por el Sacromonte, tiramos por la Verea de Enmedio, callejeamos por el Albaycín, llegamos a lo alto del cerro de San Miguel… y ya nos dejamos caer por donde podemos.
¡Cuánta belleza, cuánta historia, cuánta leyenda concentradas en ese puñado de kilómetros! Que también me gusta visitar mi ciudad con ojos de viajero, de vez en cuando. Para ello hay que hacer abstracción de los problemas del tráfico, las pintadas y la contaminación; de la basura tirada por el suelo, de la abusiva explotación comercial de demasiado espacio público…
Antes de hacer este tipo de escapadas por la Granada legendaria conviene repasar la Granada de los románticos, a través de sus grabados, cuadros y pinturas. La Granada de Irving y sus cuentos. La Granada de los primeros fotógrafos, como Laurent o Clifford (por ejemplo, AQUÍ29). La Granada escondida en las coplas flamencas. La Granada de tantos y tantos novelistas históricos…
Así, la muerte de Eco me recordó que tenemos la inmensa suerte de vivir en una ciudad real, pero también en otra mítica y legendaria. Una Granada que debemos recuperar, de vez en cuando.
Jesús Lens