HABLANDO EN NEGRA Y CRIMINAL

Para la presentación de «Hasta donde el cine nos lleve» en la librería Negra y Criminal había preparado una introducción que más o menos debería haber comenzado así:

 

«Cuando me han preguntado que por qué me decidí a escribir este libro, he dado respuestas varias y diversas, desde la pasión que Fran y yo tenemos por el cine a lo mucho que nos gustan varias de las películas que hay en el libro. También, porque pensamos que podíamos aportar un punto de vista distinto a los libros de viajes al uso o, más sencillamente, por completar esa terna que, en teoría, nos hace hombres: escribir un libro, plantar un árbol un árbol y tener un hijo.

 

Pero, a lo largo de estos meses me he dado cuenta de que, en realidad, lo he escrito con un sólo y principal propósito y objetivo: tener la ocasión de viajar para presentar un libro de habla de cine, y siempre rodeado de buenos amigos. Los mejores.»

 

Efectivamente. Tras presentarlo en el Festival Tres Continentes de Agüimes y, de seguido, en Semana Negra; nos marchamos con Fran a Villena y, después, estuvimos en nuestro Centro Cultural de CajaGRANADA.

 

Pero nos quedaba un lugar imprescindible y necesario: la librería Negra y Criminal de la Barceloneta, con nuestros queridos Paco y Montse como anfitriones. Y, como este año teníamos que ir a Cornellá a pasar una semanita jugando al baloncesto, aprovechamos la ocasión para cumplir uno de esos sueños que, por fin se hacen realidad: ponernos la camiseta de Negra y Criminal y posar, como autor, en la puerta de la mítica librería. Un subidón que, quienes me conocen, saben lo fuerte que fue para mí.

 

Y, repito, en la mejor de las compañías. Con Montse y Paco como anfitriones. Que no veáis las cariñosas y desmedidas palabras que Paquito Camarasa dedicó a un servidor, que le escuchaba embelesado, suspirando por conocer a ese sujeto tan, tan interesante del que hablaba. (AQUÍ, nota en el Blog de la librería del evento, feliz y alegre.)

 

Además, y como fiel Guardia de Corps, nuestro equipo de baloncesto en pleno que, mientras avanzaba por las calles de la Barceloneta, semejaba el reparto de una película de Tarantino. Curro, Miranda, Burgos, los dos Álvaros, mi hermano Jose y Pedro al comando nos unimos a Moreno, que ya estaba en la librería. Mención aparte para Fali y Paqui, que estuvieron metiendo tensión en las horas previas al encuentro, con sus bromas y su buen humor, haciendo que ésta haya sido una de las presentaciones más singulares que hemos protagonizado.

 

Y, por supuesto, mi Cuate Pepe, que no podía faltar al evento y allí estaba, el primero, siempre presente.

 

Además, nuevas y felices amistades. Esas amistades que empiezan por ser cibernéticas y terminan siendo corpóreas, como la de esa Kaperusita, con la que tan bien lo hemos pasado y quién nos hizo sentir como en casa en su Cornellá.

 

O reencuentros felices, como el de Julia, a quién hacía muchos meses que no veía y cuya aparición por el Palau del Mar fue un alegrón. Y Lillian, que tenía que estar en una ocasión tan especial. Que los viajes hicieron que nos conociéramos y siguen posibilitando que no encontremos cada poco tiempo, sea en Granada, sea en Barcelona. Allí estaba también Irene, que NOVELPOL también existe, aunque se fuera muy pronto.   

 

¡Y Marta, por fin! Después de tres años sin coincidir, Marta estaba allí. Y anda que no lo celebramos. Todos.

 

O la feliz sorpresa de abrazar, de forma festiva y no tan profesional como otras veces, a Francesc y Gema, que tuvieron un detallazo bajando hasta la Baceloneta, y que ASÍ lo han contado.

 

Había más amigos de la librería, a los que tuve ocasión de conocer y saludar con cariño, claro. Sin embargo, no pudieron llegar ni Talía ni Patricia, pero sé que les habría encantado estar allí. Y Fran, claro, que tenemos los calendarios cambiados.  

 

Firmar... en Negra y Criminal. Sin palabras.
Firmar... en Negra y Criminal. Sin palabras.

Tras las palabras (espero que no me extendiera en demasía) y ese rito tan especial que es el de la firma y dedicatoria de los libros a los amigos, nos fuimos a tomar vermús, birras, tintos y tapas variadas en un singular y sabroso bar de la Barceloneta, El Eléctrico, absolutamente chispeante. Bebimos, brindamos y un trompetista búlgaro nos amenizó la velada con sus tonadas.

El dueño del bar nos lo hizo pasar en grande y entre risas, charlas, recuerdos, planes, sueños y alocadas ideas de futuro, un puñado de veinte amigos rematamos la faena en el Gimlet, con unos mojitos, alabando el Best Of de una noche muy, muy especial, que ya está en el recuerdo de los grandes momentos de este año 2009… que aún tiene muchas alegrías que depararnos.

 

Gracias a todos, amigos. Sois vosotros los que lo hacéis posible. Y por eso, a toda la peñita catalana, con la que tan a gusto hemos estado, y especialmente dedicado a los compis de Caixa Penedés, que no sólo han ganado el Intercajas de baloncesto, sino que lo han organizado maravillosamente, esta maravillosa canción de Mano Negra, Rambla paquí, Rambla pallá… la Rumba de Barcelona.

 

 

Jesús Lens, con ánimos renovados.

 

PD.- Y, por cierto, vayan apuntando en sus agendas el 15 de enero de 2010. El que avisa…         

NOS VEMOS EN NEGRA Y CRIMINAL

Amigos, el miércoles 11, a las 19.30 horas, compartiremos un rato de charla en la librería barcelonesa Negra y Criminal, a cuenta de nuestro libro de cine y viajes. Fran no podrá estar, pero nos juntaremos un puñado de amigos para disfrutar el calor de Paco Camarasa y Montse Clavé en el Callejón de la Sal, en el sabroso barrio de La Barceloneta.

Si están por la ciudad condad o alrededores y les cuadra y les apetece, allá nos vemos. Lo regaremos bien, créanme.

 

Jesús Lens, más que contento de su presentación barcelonesa.  

HABLANDO DE NUESTRO LIBRO

¿No os parece que hace mucho que no hablamos de nuestro libro, «Hasta donde el cine nos lleve»?

 

Os dejo dos reseñas. Una de Jose Vicente Pascual, que fue mi vecino de columna en IDEAL y de quién, cuando se marchó a La Opinión, heredé su Puerta Real. Hace unos días comenzaba su artículo diciendo:

 

«Jesús Lens es un hombre instalado, de momento, en lo pleno de la juventud y el vigor creativo de un espíritu inquieto; es alto en muchos sentidos y un poco más alto que cualquier ala-pivot lituano, lo que siempre me ha puesto un poco nervioso porque, la verdad, no estoy acostumbrado a alzar la vista cuando converso con alguien. Me duelen las cervicales.»

 

¡Nada menos! El resto lo tenéis AQUÍ.

 

¡En qué gran compañía!
¡En qué gran compañía!

Por su parte, Antonio Zafra, comenzaba su entrada bloguera en Oleopolis con las siguientes palabras: «Bienvenido sea el libro que firman Jesús Lens y Francisco J. Ortiz titulado «Hasta donde el cine nos lleve», por atreverse a abordar la relación entre cine y viaje, un género al que los autores dan carta de identidad aunque generalmente no sea tenido como tal. Para éstos, hay un cine de viaje como se reconoce una literatura viajera.»

 

Lo demás, a través de ESTE enlace.

 

¿Qué os parecen los artículos? E, igualmente importante, ¿qué os parece el libro? Que ya sé que mucho lo tenéis, algunos lo habéis hojeado y unos pocos, incluso… ¡lo habéis leído!

 

Pues eso.

 

Que seguimos pateando el mundo y viendo pelis… ¡a ver hasta dónde nos llevan el cine y las patas!

 

Jesús Lens, autorreferencial 😉

CONGO. LAS LETRAS DE LAS TINIEBLAS

El 25 de mayo, en IDEAL, publicamos este reportaje sobre el Congo, subtitulado así: «El país más peligroso de África ha sido un imán literario para escritores como Javier Reverte, John Le Carre o Atxaga.» Como inmediatamente leeréis, hoy vuelve a estar de actualidad.

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Congo. Su sola mención ya tiene ecos mágicos, misteriosos y lejanos. Congo. Por mucho que el demente de Mobutu se empeñara en africanizar el nombre del país, cambiándolo por el de Zaire durante su enloquecido mandato, Congo es la denominación histórica con que conocemos un territorio mítico e ignoto que sigue excitando la imaginación de los viajeros y los aventureros de todo el mundo. Por eso no es de extrañar que escritores de todas las ascendencias se sientan subyugados por el fascinante universo congoleño y por su torturada historia, radicando allí sus ficciones más o menos basadas en hechos reales.

(NOTA.- El 3 de Noviembre de 2010 es importante ya que se publica la nueva novela del reciente Premio Nóbel, Mario Vargas Llosa, «el sueño del celta», con el Congo como protagonista. Para «abrir boca», esta impresionante galería de fotos del Horror conradiano y unos fragmentos de la novela, AQUÍ.)

Tras Albert Sánchez Piñol y su inquietante «Pandora en el Congo», el último en hacerlo ha sido Bernardo Atxaga, el escritor vasco que lo ganara todo con la mágica y portentosa «Obabakoak» y que abandonó su Obaba natal para trasladarse, literariamente hablando, al Congo belga que le serviría de inspiración para la sorprendente, inesperada e inclasificable «Siete casas en Francia».

Los protagonistas de la novela son Lalande Biran, la máxima autoridad en Yangambi, un poeta que, ambicionando amasar una gran fortuna, tiene como auténtico anhelo el volver a la capital de Francia y disfrutar de las tertulias de los cafés parisinos. Junto a él, un ex-legionario bastante perturbado o un soldado servil que quiere hacer carrera por la vía de conseguirle a su jefe las jóvenes chicas nativas, siempre vírgenes, que a éste gusta disfrutar. Y, por supuesto, Chrysostome Liège, un tirador casi infalible cuya llegada a Yangambi precipita los vertiginosos acontecimientos que nos cuenta Atxaga en una novela que, como él mismo señala, «roza la literatura grotesca, el humor negro, lo paródico, que ya es algo que he desarrollado en mis poemas. Yo sé que mis poemas de humor negro son un verdadero impacto para mucha gente así que, al usar este estilo en este libro, pienso «a ver si sucede lo mismo».

Y es que el Congo impacta. Que se lo digan, si no, a Javier Reverte, quién pudo sentir cómo le rondaba el hálito de la muerte en mitad de la travesía que, entre Kinshasa y Kisangani, realizara en un barco por el Río Congo, uno de los más fascinantes y atractivos caudales de agua del mundo. Y todo ello lo cuenta en la que es, posiblemente, su mejor obra: «Vagabundo en África», narración en que recrea no sólo su viaje desde Ciudad del Cabo hasta la zona de los Grandes Lagos, sino toda la rica y desmesurada historia de dicha parte de África.

Una historia que encuentra su quintaesencia en «El corazón de las tinieblas», de Joseph Conrad, una obra maestra de la literatura universal que se condensa en la célebre expresión de Kurtz: «El horror». Reverte decidió remontar el curso del río centroafricano siguiendo la estela del viaje que hiciera el protagonista, buscando a ese Kurtz al que las tinieblas habían hecho perder la razón y que Francis Ford Coppola adaptaría magistralmente al cine en «Apocalypse now», trasladando la acción a la guerra de Vietnam.

Otro personaje que tuvo una íntima vinculación con Congo fue el célebre Henry Morton Stanley, contratado por el siniestro rey Leopoldo II de Bélgica para ejecutar sus planes de colonización de una tierra que, gracias a la naturaleza, atesora inmensas cantidades de riquezas naturales, lo que la ha convertido en objeto de una salvaje y permanente explotación sistemática. En la autobiografía de Stanley podemos leer la siguiente entrada, fechada el 15 de agosto de 1879: «Llegué a la desembocadura del Congo. Han pasado dos años desde mi estancia anterior aquí, tras mi descenso por el gran río en 1877. Habiendo sido el primero en explorarlo, me propongo ser el primero en probar su utilidad al mundo. Desembarco a mis setenta zanzibaríes y somalíes, con la finalidad de dar el primer paso hacia la tarea de civilizar la cuenca del Congo».

Una tarea que terminaría desembocando en un auténtico genocidio, como los imprescindibles libros de Peter Forbath, «El río Congo. Descubrimiento, exploración y explotación del río más dramático de la tierra», y de Adam Hochschild, «El fantasma del Rey Leolpoldo. Codicia, terror y heroísmo en el África colonial» se encargan de demostrar minuciosamente. Precisamente, el prólogo de este último viene firmado por Mario Vargas Llosa, quién en estos momentos se encuentra trabajando en un proyecto literario sobre este remoto país.

Hubo una vez, sin embargo, en que el Congo pareció ver la luz, entre tantas tinieblas. Fue de la mano de Patricio Lumumba, un hombre íntegro e independiente, elegido democráticamente como presidente del país y que fue depuesto por un golpe de estado inspirado por Bélgica, la anterior potencia colonial. Su tortura y muerte están contadas por Ludo De Witte en un libro tan apasionante como desgarrador: «El asesinato de Lumumba».

Y, si en época de Stanley y Leopoldo II, las materias primas que se obtenían del Congo eran la madera y el caucho principalmente, la aparición de los móviles y los ordenadores portátiles hizo que dicho país volviera al candelero económico internacional por culpa de un mineral muy exclusivo: el coltan, de cuyas reservas, más del 90% se encuentran bajo el suelo congoleño. Así, John Le Carré traslada allí la acción principal de una de sus más recientes novelas de espías: «La canción de los misioneros» y Alberto Vázquez Figueroa titula con el nombre del mineral uno de sus más conocidos best sellers: «Coltan». Michael Crichton, por su parte, tituló sencillamente «Congo» a su novela de aventuras africana.

Congo. Una tierra que parece maldita, permanentemente ensangrentada, y en la que, en fin, el célebre Hergé situaría la acción de uno de sus álbumes más controvertidos, acusado de racista y en permanente discusión: «Tintín en el Congo». Y es que ni con los tebeos ha tenido suerte uno de los más sugestivos, ricos, atractivos, difíciles y demenciales países del mundo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

VICKY EL VIKINGO

Miedo de daba ir a ver la versión cinematográfica del «Vicky el vikingo» y que me destrozara el delicioso recuerdo de aquella fantástica serie de dibujos animados que tan feliz nos hiciera hace años. Pero no. Ni mucho menos. La película tiene el mismo espíritu festivo, divertido y libertario de entonces y, sinceramente, me lo pasé pipa, disfrutando como ese querubín que, a la salida del cine, sólo quería jugar, correr, perseguir gatos, ir a los columpios y disfrutar como un loco de la tarde dominical.

 

Sobre el espíritu de la película, su director, el alemán Michael Bully Herbig, dice lo siguiente: «Por lo que a mí respecta, Vicky el vikingo ha quedado definido por la serie de dibujos desde hace ya más de 30 años. Visualmente, era la expectativa que quería cumplir. Mi mayor preocupación era decepcionar a los fans de Vicky. Por eso decidí tomar únicamente la serie de televisión como modelo para la película».

 

¡Y bien que hizo!

 

Porque desde el principio te metes en la historia con la inocencia y la candidez de un niño, pero sin que la película sea un insulto para la inteligencia de los adultos que decidan darse un garbeo por la aldea de Flake.

 

Aunque, como decíamos, la historia mantiene el espíritu primigenio de la serie, el argumento es completamente nuevo, planteando el secuestro de los niños de la aldea por parte del tan temible como divertido Sven y el mito del Cuerno de Thule, dando entrada a misteriosos personajes exóticos, demonios y barcos fantasma.

 

Y, por supuesto, están Ulme, el poeta, siempre con su lira a mano. Están Gorm, que se muestra necesariamente ¡entusiasma-do!, y el glotón de Flaxe. Snorre y Tjure aprovechan para seguir dándose mamporrazos con cualquier excusa y la preciosa Ylvie sigue siendo la chiquita más deseada por todos los niños.

 

En su hora y veinticinco minutos de duración hay peleas, broncas, viajes, bromas, música y diversión a raudales. Y unos paisajes espectaculares. Los escenarios naturales donde se filmaron las secuencias marítimas están en el lago Walchensee, en Baviera. Matthias Müsse, diseñador de producción, comenta: «El paisaje es muy similar a un fiordo noruego y la bahía era ideal para construir la aldea vikinga». Müsse descubrió por casualidad que Walchensee ya había servido como escenario de películas de vikingos hace 50 años. En 1958, Kirk Douglas, Tony Curtis, Ernest Borgnine y Janet Leigh rodaron allí ese gran clásico que es «Los Vikingos» y, un año después, la productora de Douglas regresó a ese mismo lugar para rodar una serie de televisión derivada de esa película, «Tales of the Vikings».

 

Y una cuestión acerca de la polémica sobre los cascos de los vikingos, en la que el director de la película lo tiene claro: «Para mí no cabía duda de que había que usar los cascos y la ropa de los vikingos tal y como aparecía en la serie de televisión, por mucho que todos los expertos actuales en vikingos puedan demostrar sin la menor duda que nunca llevaron cuernos en los cascos». Se llegó a un compromiso: los cascos tendrían cuernos, pero se envejecerían para que parecieran usados, desgastados y abollados.

 

Igual que hicieron con la aldea vikinga tan, tan realista, hasta el punto de que se ha conservado íntegramente, guardada en uno de esos museos cinematográficos que los grandes Estudios mantienen para que los visitantes disfruten paseando entre los decorados de distintas películas y que, a buen seguro, servirá como escenario para las próximas entregas de la estirpe de este Vicky que, rascándose la nariz cuando tiene una buena idea, conquista a chicos y a grandes en este siglo XXI, que tan cariñosamente acoge a esos vikingos tan nobles como brutos.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.