Escribiendo

Un viaje es desconectar. Sobre todo, si viajas a Irán, donde el 3G no existe y en los lugares en que había WiFi, el acceso a las Redes Sociales estaba censurado.

Pero eso no significa dejar de escribir. Como bien ha captado Xénia, una de mis estupendas compañeras de viaje; me he pasado el viaje trabajando con las palabras, al recuperar una de esas costumbres que ya tenía olvidadas: la de los Cuadernos.

Jesús Lens escribiendo

Y es que, cuando las cosas se dejan fijadas por escrito, no solo permanecen en el tiempo, inalteradas, sino que quedan grabadas en la mente, en el espíritu y en el corazón con mucha mayor claridad. Porque hay palabras que no se las puede llevar el viento.

¡Gracias Xénia! Un privilegio haber compartido este viaje contigo.

En Twitter: @Jesus_Lens

(Más entradas de Irán: Música e Impresiones sobre el terreno)

 

The Black Barba

Hace unas semanas os presentaba a The Black Barba.

No imaginaba, entonces, que hoy estaría yo hablando de barbas, precisamente.

Esta mañana, a las 8, Pedro me miraba torvo, en la cafetería. Iba sin afeitar. Y yo siempre me afeito para ir a trabajar. O casi.

Después, a las diferentes personas a las que he ido viendo, se lo explicaba: “Dentro de tres días tengo que tener una barba de cuatro días”. Así es que no. No estoy desaseado. Ni dejado, abandonado.

Y, lo que es más extraño: tengo que mantener esa barba durante diez días más.

Que ya me explicará algún experto en estilismo cómo carajo se mantiene durante 10 días una barba de 4 días.

– ¿Y eso?

Porque me voy.

Tras un año en el dique seco, varado, quieto e inmóvil; voy a hacer honor al nombre de este Blog y a patear un poco de mundo.

Quiero bailar con leones
Quiero bailar con leones

En este caso, y si todo va bien, me voy a dar una vuelta por Irán.

– ¡Hay que Argoderse! –me dicen. –¡No habrá sitios en el mundo!

Y es verdad. Claro que hay sitios. Muchos. Y fascinantes. Y atractivos. Como la antigua Persia, cuna de civilizaciones, de Persépolis a Ifashan, pasando por antiguas estaciones caravaneras y por la cuna del Zoroastrismo.

Zoroastro

Y no me preguntes más.

No lo sé.

Pero espero saberlo a la vuelta.

Y contarlo.

Me voy.

El viernes.

Pero ya me estoy dejando mi barba de cuatro días. Para entrar en la misteriosa y enigmática Irán.

Sí.

Estás pensando… ¿y volverán?

Sí. Volveré.

Para contarlo.

No te quepa la menor de las dudas.

Volveré.

Y seré el mismo. Algo cambiado, claro. Espero. Pero el mismo. El mismo que viste y calza. El mismo que se afeitará su barba de cuatro días, cultivada a lo largo de dos semanas, y regresará para poder entonar nuestro grito de guerra:

¡Seguimos!

Si me sigues, en Twitter @Jesus_Lens

Y ahora, a ver los 20 de marzo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.

Con Alí Bey, de viaje por África y Asia

¡Pedazo de viaje! Pero hasta el viaje más largo comienza con un primer paso. Por ejemplo, yendo a la presentación de este libro, «Viajes de Alí Bey», de Domingo Badía y con prólogo y estudio a cargo de Roger Mimó; del que pronto, muy pronto, hablaré largo y tendido.

Presentación Vajes Alí Bey

Yo que tú, no me lo perdería…

 

Jesús Lens

Sin más

Como hacía mucho, mucho tiempo que no pasaba por allí, se puso contentísima cuando, de repente, me vio entrar. Y más aún cuando se cercioró de que sí, de que iba por ella.

Más que aburrida, la pobre estaba ya hastiada y asqueada de mi desidia, pero no pudo evitar mostrar su satisfacción cuando la agarré y le desabroché la cremallera.

¿Cuándo había sido la última vez?

Meses. Meses habían pasado ya. Y aquello, ni era normal… ni permisible.

De pronto, se puso tensa. Como la cuerda de un violín. ¿Qué ocurría? En vez verse llenada con ropa de más o menos abrigo, artículos de aseo y algún libro para el viaje, mi maleta se vio ahíta de papeles viejos, revistas ajadas, recortes de periódico obsoletos y folios que casi se deshacían en las manos, de puro añejo.

Se indignó. ¡Aquella no era su función! ¡Por favor! Si hasta podía haber moho, hongos incluso, en aquella masa informe de papel. ¿Nos habíamos vuelto locos? Iba a hacer falta una desinfección a fondo, para quitarse los restos de roña que le iban a quedar después de aquello.

Un poco después, sin embargo, lo que sentía era pánico: tras tirar toda aquella papelería en el contenedor azul, se dio cuenta de que no volvíamos a casa, sino que nos dirigimos al otro contenedor. Al de la basura normal.

¿Qué ocurría? ¿Qué se había perdido?

Una cosa era que lleváramos tiempo, demasiado tiempo, sin viajar. Pero otra muy distinta era que, estando en un estado bastante potable y quedándole mucha vida útil por delante, yo hubiera decidido desembarazarme de ella. Máxime cuando no había entrado ninguna otra maleta en el cuarto de los trastos durante aquel tiempo.

 

¿Se habían terminado, pues, los viajes largos? Porque para los cortos, usaba otras maletas. ¿Era aquello el final de una forma de entender la vida? ¿Sobraba en aquel cuarto? ¿Ya no iba a haber más cintas transportadoras y bodegas ni sentinas? O, quizá, es que me había cansado de su inveterada costumbre de perderse entre aviones y aeropuertos, de su gusto por dar vueltas por el mundo, a su aire…

¡Pero no era su culpa! Eran aquellos operarios descuidados. ¡O los ineficientes programas informáticos! Bien es verdad que ella no protestaba, pero…

Tan embebida estaba, mi maleta, en aquellos pensamientos oscuros y cenicientos, que no reparó en que en la otra mano llevaba yo una pequeña bolsa con los restos de la dorada que me había comido a mediodía. Y que por eso íbamos al contenedor de basura orgánica.

Esa noche, de vuelta en su cuarto, a oscuras, le costaba conciliar el sueño. Bien es cierto que hubiera preferido dormir en la bodega de un bus de ALSA, camino de Madrid y del aeropuerto para, después, cambiar de continente, como tantas veces habíamos hecho. Pero solo de pensar que podía haber acabado arrumbada en el vertedero, condenada a la incineración o, en el mejor de los casos, a no volver a viajar nunca más…

A veces hay que darse por contentos con seguir estando.

Sin más.

Jesús Lens

¿Vemos los 9 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?