En marcha y funcionando

Cuando salí de la oficina, ayer a mediodía, me topé con una ambulancia y una furgoneta de la policía local que cortaban uno de los carriles de la Avenida de Cádiz: una moto había sufrido un accidente y un chaval joven estaba rellenando un parte sobre el capó de un coche.

Al llegar a casa me metí en la edición digital de IDEAL, por si la cosa había sido grave, que no era cuestión de ponerse a curiosear ni molestar en un momento tan delicado. Y me encontré con otro par de accidentes: un vehículo se había empotrado contra un comercio en el Arco de San Torcuato de Guadix y una ambulancia y un turismo habían colisionado en la A-44, provocando un tremendo atasco.

Foto: IDEAL

No hubo heridos que lamentar en ningún caso, afortunadamente. Y eso que las imágenes del coche dentro de la papelería Madrid eran de lo más espectacular y llamativo.

Al terminar el repaso por los sucesos automovilísticos me descubrí sonriendo -disculpen ustedes la falta de tacto- al pensar en la que se habría liado si un coche, una moto o un autobús hubieran tenido si quiera un conato de roce con el Metropolitano…

Pero no. De momento, continúa el mágico idilio del metro con Granada. ¡Quién nos iba a decir! Con los malos augurios que había en el ambiente tal y como decía en esta otra columna de IDEAL, y con tanta gente esperándolo de uñas, fue arrancar de forma oficial y petarse, entre exclamaciones, loas y parabienes de una ciudadanía que nos ha dado una lección, una vez más.

De hacer caso a las redes sociales, Granada odiaba al metro. Con muy pocas y contadas excepciones, una inmensa masa de iracundos enredados echábamos espumarajos por la boca, entre dilaciones, retrasos, obras eternas, pruebas sin fin…

Pero había una mayoría de personas, discretas y calladas, que en cuanto el metro se puso en marcha, se lanzó a disfrutarlo de forma alegre y festiva, con curiosidad y buen rollo, en plan romería. Y ahí lo tienen, cuarenta y ocho horas después, lleno hasta las trancas y sin provocar la hecatombe, el colapso o el infierno que se preveía.

Ahora toca esperar a que la cosa se normalice, pase la novedad y veamos, efectivamente, el grado de ocupación y uso de un medio de transporte colectivo y ecológico que no solo está en marcha, sino que por fin funciona.

Jesús Lens