Les contaba ayer que ando como loco, sin tiempo ni de mirarme a la cara, atendiendo a la actualidad a golpe de titular. Por ejemplo, lo del terrorista detenido en el mismo hotel en que Pedro Sánchez arrancaba su enésima precampaña electoral.
Seguía las actualizaciones que me llegaban a través del móvil, pero no tenía ocasión de clicar para leer con calma y detenimiento. Así, me fui construyendo mi propia película. Al principio, era siniestra y muy de acción, con un terrorista emboscado en el hotel, presto a cometer un desatino y detenido por los cuerpos especializados de la policía.
Después, al leer que el tipo se alojaba allí, convertí mi particular película en comedia. Paródica, por supuesto. Al estilo de Berlanga, pero en el siglo XXI, con un yihadista despistado que no tiene mejor idea que alojarse en el mismo hotel elegido por el Presidente del Gobierno en funciones. Un Pedro Sánchez dispuesto a imitar a Miguel Ríos y a dar el do de pecho con un entusiasta ‘Vuelvo a Granada, vuelvo a mi hogar, vuelvo a la campaña, vuelvo para arrasar’.
La realidad, sin embargo, es mucho más prosaica. Y trágica, también. El supuesto terrorista no es tal. Al menos, no lo es para la Audiencia Nacional. Nasir Tur es un profesor universitario kurdo con estatus de refugiado y perseguido por el gobierno turco de Erdogan. Estaba de vacaciones en Granada y la fatalidad quiso que se encontrara alojado en el mismo sitio al que llegaría la comitiva de Sánchez unas horas después. La mala suerte, o sea. La casualidad. El pasaba por aquí…
Si sólo nos informamos a base de titulares de consumo rápido y a través de las redes, sin profundizar, pasa lo que pasa: que en realidad no nos enteramos de nada. Nos construimos una película a nuestra imagen y semejanza que, en muchos casos, apenas se parece a la realidad. Solo que, como es más divertida, nos gusta más. Y no tenemos empacho en alimentarla y propalarla. En difundirla. Construimos una realidad falsa y en ella nos quedamos a vivir, tan ricamente.
Jesús Lens