Yo y mis contradicciones

Todo lo que van a leer a continuación es absolutamente falso, salvo alguna cosa. A le vez, todo es cierto. O casi. Como lo de Cataluña, por ejemplo.

 

Exigimos que los medios de comunicación nos informen con rigor, objetividad y rapidez de todo lo que ocurre en el mundo, pero no estamos dispuestos a pagar por un periódico y la publicidad nos indigna y nos parece denigrante.

Nos da mucha pena que cierre el pequeño comercio, pero nos hartamos de comprar en las grandes superficies y a través de Internet. Nos encanta el pan crujiente de horno de leña, pero queremos llevarnos tres barras por 1 euro.

 

Lloramos porque ya no quedan cines en los centros de las ciudades ni en prácticamente ningún pueblo, pero disfrutamos de nuestro tiempo libre en los centros comerciales, también llamados centros de ocio.

Precio del pan en Mercadona Foto: JMCadenas

Nos echamos las manos a la cabeza porque cada día cierra una librería en España, pero ni nos acordamos de la última vez que entramos en una. Nos indignamos por el descenso del nivel de la calidad musical, pero nos hartamos de piratear discos. Queremos a nuestro equipo deportivo en la división de honor, pero nos parecen carísimos los carnés de abonado.

 

Nos da mucha pena todo lo que pasa en Siria, pero no queremos a los refugiados en nuestro barrio. Nos entristece profundamente el drama que no cesa en el Mediterráneo, pero la valla de Melilla es necesaria. Es insoportable que miles de personas vayan a morir hoy de hambre, pero hay que controlar la inmigración.

 

Nos da mucho asco la telebasura, pero son los programas más vistos de la televisión. Todos vemos los documentales de La2, pero según las estadísticas, milagrosamente, no los ha visto ni Dios. Los concursantes de Gran Hermano son unos vagos irredentos, pero el programa lleva 18 años de emisión ininterrumpida.

 

No soportamos el tufo de la corrupción que nos ahoga, pero votamos a los partidos con más casos de corrupción en sus filas. Trump es un esperpento, pero ganó las elecciones estadounidenses.

Sí. Todas y cada una de esas contradicciones admite discusión e invita al análisis y a la interpretación. Cada argumentación es susceptible de ser razonable y razonadamente contraargumentada. Es por eso que deberíamos tratar de ser lo menos dogmáticos posible y estar siempre abiertos al debate y a la confrontación de ideas.

 

Jesús Lens