Vamos a empezar con algo útil: la diferencia entre el ser y estar. Y lo haremos utilizando un ejemplo. Por una parte, “La noche más oscura” está de P.M. Por otra, “The Master” es una P.M.
¿A qué está claro?
Ahora, trataré de desmenuzar tan sesuda crítica.
Como sabéis, de un tiempo a esta parte, venimos proponiendo lo que hemos dado en llamar Visión en Conjunto de algunas películas. La idea es hacerlas con filmes españoles: juntarnos un grupo de gente en los cines de Neptuno, ver la peli, subir a “El Secreto del Buen Hacer” a tomarnos unos tercios de Alhambra Especial y disfrutar de sus excelentes tapas y sus memorables croquetones y, por fin, rematar la velada escuchando el jazz o el blues que, en directo, suene en el Rembrandt.
Este viernes se estrenaba en España “El muerto y ser feliz”, por la que José Sacristán ha conseguido su primera nominación al Goya. Pero Granada no es España y la película de Rebollo no llegó a nuestra cartelera.
Y, entonces, la luminosa idea: ¿Y si vemos “The Master”, que ha cosechado grandes críticas y está bien nominada a los Óscar? Podía haber elegido “Las sesiones”. O el “Amor” de Haneke. Pero no. Fuimos a “The Master”.
¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?
¡Menos mal que el grupillo que nos juntamos ayer es generoso! Si no, me brean. Porque, digámoslo ya, más claro si cabe: ¡no hay por dónde coger “The Master”!
¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?
Sabemos que la película cuenta, sin nombrarla, el origen de la Cienciología. Y sabemos que Paul Thomas Anderson es un director especial, difícil y que suele ir a contracorriente. Pero ello no obsta para que “The Master” sea, en esencia, un coñazo.
¡Claro que tiene imágenes poderosas! ¡Por supuesto que hay momentos brillantes! Indudablemente, hay secuencias de una fuerza arrebatadora. La de la moto, por ejemplo. O la del Maestro, iluminado, bajo un inmenso ventanal en Londres. Las del mar. Y la música, extraordinaria.
Vale. Pero… ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?
Y, por supuesto, tanto Joaquin Phoenix como Philip Seymour Hoffman están descomunales. O, se supone. Porque ver esta película doblada es condenarla doblemente al fracaso, hasta el punto de que en el momento de la canción del barco a China, supuestamente muy importante y trascendente; hubo quién no pudo evitar descojonarse de la risa, de lo patético que sonaba.
Hay quien compara a esta película con “El árbol de la vida”, de Malik. Imagino que será porque ambas son difíciles. Pero, mientras una es un poema visual de una fuerza arrolladora, “The Master” es plúmbea, plomiza y muy insoportable. Además, es vacua y vacía hasta el paroxismo. Lo que tiene más delito porque, en teoría, debería ser enormemente trascendente e intelectual.
De esta forma, he perdido bastante de mi crédito con los habituales a las Visiones en Conjunto. ¡Justo ahora que estamos pensando en hacer una convocatoria salvaje y descomunal! Porque, lo que ando rumiando para el próximo viernes, No es propuesta para melifluos, precisamente.
En fin. Ya veremos.
¿Quieres vengarte de alguien? Recomiéndale vivamente “The Master”. ¿Tienes alguna penitencia pendiente? Ve a ver “The Master”. ¿Tienes una vena masoquista? Ponte en manos de “The Master”.
Dicho lo cuál, repito: ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te llamas?
Y así… hasta en infinito. Pero no mucho más allá.
Jesús Lens