¡Ya las oigo! Ya oigo las carcajadas. Ya se pueden sentir, desde que pinchéis aquí y me veáis (y escuchéis) en el vídeo que hemos grabado con Javier Barrera, en el Realejo granadino. ¿Por qué y para qué?
Pues ha sido partiendo del reportaje de hoy en los diarios de Vocento, sobre películas y bares. ¿Lo habéis leído? Pues venga. Leed aquí.
Y ahora… ¡a participar! ¿Cuál es tu bar favorito? ¿Dónde está? ¿Por qué nos recomiendas visitarlo? Regalamos un ejemplar de «Café-Bar Cinema».
¡Anímate!
Jesús barero Lens
PD.- ¿Y en años anteriores? ¿Qué hacíamos en el puente? 2008, 2009 y 2010.
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11 respuestas a «Tragos, pelis y un libro que los une a todos»
Que no hay tantas carcajadas, hombre. Que hablar delante de una camara impone. Y tu lo has hecho bien, tranquilo, comunicativo y objetivo. Tengo varios bares para enmarcar, pero me quedo con el mas bribón, canalla y sinverguenza que he visitado en los últimos tiempos (ademas con la compañia del señor Lens): EL MEJUNJE, en Santa Clara, Cuba.
Tengo dos bares favoritos, aunque ambos me caen lejos de donde vivo ahora, pero disfruté en ellos sobremanera.
El primero no tiene nombre interesante, es más, casi te echa para atrás: CASAMALIA BAR DE COPAS. Está en Guadalupe, Cáceres. Pero me sobrecogió porque todo él está decorado con fotogramas míticos de escenas míticas o míticos actores y míticas actrices. Varios míticos gintonics me tomé allí junto a una chica sevillana, cuyo nombre quiero olvidar, aunque jamás se borre su perfume de mi pituitaria y otras cosas de otros sitios…
Y el otro está en medio del desierto sirio, rumbo a Palmira. Me quedé petrificado cuando observo que se llama «Badgad Café» más el «66», como Dios manda,sin miedo a la SGAE (por eso del copiar los nombres registrados). Cierto que no viajaba yo por la ruta 66 (aunque lo hice en su momento, atravesando Mohave, rumbo a Las Vegas), pero tampoco le envidiaba nada la carretera siria de desierto, viendo caer la noche y llegar el frío. ¡Qué maravillosas sensaciones! Por un lado recordar la misma película, y volver a mis años 20 cuando la vi a finales de los 80 y que veo de cuando en cuando; por otro, verme en mitad de ese desierto histórico de las caravanas, como lo estuve en el de Mohave, teniendo como luciérnagas parpadeantes las estrellas. Aquella noche no hubo gintonics, sino té hirviendo con menta y unas pastas; y no hubo protagonista femenina, si no se cuenta como acompañante femenina la soledad. Qué hermoso fue el resto del viaje, con los ojos cerrados en medio de la noche, susurrando con la mente la canción tan embaucadora y enamoradiza… «Calling you»… que me hacía «llamar con mis sentidos» a la que ya había decidido olvidar, incluído su nombre, aunque jamás pueda borrar sus aromas…
que me dejara huella ?
pues veras… finales de los 40, mediada la Gran Via de Madrid que legalmente era avda. de jose antonio… el cafe zahara. yo tenia 9 añitos. me llevaban mis padres, bueno, nos llevábamos… algun domingo por la tarde, que la economia familiar, a pesar de ser de «ganadores» era baja, muy baja. tenia dos alturas y era, recuerdo, lo que se entendia entonces por confortable (eso decian mis padres…) elegante… claro que daban cafe con leche con dos jarras, «el corriente» quizas no fuera cafe, solo malta o achicoria. tenian el express pero muy caro. y me comia un mojicon. y recuerdo que estaba a gusto.
y como aquel gusto, nunca más.
Hay un bar muy «chulo» en BCN que se llama PACO MERALGO (nombre de propietario)
Uno de mis bares literarios y cinematográficos favoritos se encuentra entre las páginas de La Colmena. Es el café en el que doña Rosa va y viene entre las mesas, el café nublado por el tabaco, el de los bollos y el café con leche y en el que un grupo de tertulianos comandados por ¿Fernando Fernán Gómez? levanta las mesas de mármol descubriendo que en realidad son lápidas. Eso me recuerda a un episodio ocurrido en Granada y recogido en las páginas de IDEAL, que descubrió que en el reverso de una enorme placa de la calle Pavaneras colocada en la fachada del edificio del Archivo Histórico de la Real Chancillería, en el Realejo, se escondía en realidad una señora lápida con el nombre y apellidos del difunto. Precisamente a un puñado de metros de este lugar está otro de mis bares sentimentales, éste real. Se trata de El Candela, que frecuentaba antes incluso de que se inaugurara. Dicen que un bar es sobre todo compañía y yo allí he tomado mis mejores tragos de vino, porque siempre han sido junto a mis mejores amigos.
Dicen que se reunían allí los pilotos de «La Gloriosa», del ejército aéreo republicano… de ahí el nombre. Dicen infinidad de cosas de aquel garito. Infinidad, créeme, por méritos propios.
Nunca imaginé que ese lugar pudiera haberse convertido en algo tan especial para mí, pero el tiempo me lo ha hecho saber.
Avanzaban bien los ochenta, y yo no era más que una jovenzuela a la que se le ponían los pelos de punta, el agua en los ojos, el temblor en el cuerpo, y la emoción en el espíritu en aquellos conciertos con los que «conectaba». Iniciaba mi flirteo con el jazz y otras variantes. Y flirteando, flirteando, algo o alguien (ya no recuerdo bien) me llevó hasta allí: el Avión Club de la calle Hermosilla de Madrid. Ya impresionaba correr su enorme cortinón de terciopelo para entrar, maravillaba ver a la mujer del guardarropa, preciosamente aderezada como ya sólo recordabas a tu abuela en ciertas fotos y, sobre todo, sobrecogía ver llegar a César, ya muy mayor, con su cojera y su muleta (efecto de una caída de tranvía en Zaragoza), que se sentaba ante aquel piano y nos deleitaba con sus melodías durante horas. Cuántas veces oí «Time goes by» allí… era la preferida de casi todos. Y entonces se hacía el silencio… sólo entonces.
El gran César y su virtuosismo, los enormes platos de pipas que devorábamos viciosamente, las cervezas, las paredes tapizadas, los cojines roídos, la penumbra insondable, el crujir de ese suelo tapizado también, pero de cáscaras de pipas…
Qué ganas de verlo alguna vez a la luz del día, para comprobar si seguían allí enganchados tantos planes, tantas emociones, tanto!… o si, quizá, la llegada del amanecer los esfumaba… !bluf!
Reconozco que nunca lo vi con luz, y ya nunca podré hacerlo, porque hace más de quince años que cerró, quizá porque César murió mucho antes, quizá para dejarnos a todos los noctámbulos en la penumbra de su misterio. Quizá.
No lo sé, pero sí sé que desde que Patón anunció su intención de libro, la tan sóla idea del tema, no me lo quito de la cabeza, porque podría haber estado entre esos otros, porque siempre está ahí, impregnándolo todo… sin yo saberlo…
Me cuesta decidir cuál es ese bar que de forma recurrente entra en mi memoria. Tal vez uno de los que poblaban Moncloa en aquellos años universitarios. Recuerdo Cambalache, lo único a su favor consistía en que era el primer garito donde empezabamos nuestras correrias de fin de semana. Ponían siempre música española, de la de entonces, finales de los 80, y, sobre todo, servían minis de cerveza. Tenía un aire de chiringuito de playa, con cañas recubriendo la barra y hasta una especie de tejadillo de madera y cañas. Y aunque en pleno mes de diciembre en Madrid hacia un frío que helaba nuestro mundo, traspasada esa puerta podíamos estar en Nassau al ritmo de los Hombres G. He vuelto a pasar por allí después de mil años. El local esta abandonado, la puerta sólo recoge pintadas y el olor a meados de borrachos nocturnos. Aquella puerta se cerró para siempre…
¡¡¡Gente, hay nivel en todo lo que decís!!! Va a estar complicado esto de decidir y definir un ganador… ¿habrá más propuestas?
Pero bueno! Qué haces en mi barrio? Y entras en el sin llamar? Ayns!
En calle Hermosa hay un pequeño bar que siempre está lleno de gente (buena señal para un bar de tapas). Y es que las tapas están muy bien. Las especialidades son boquerones fritos, rape en adobo, calamares fritos y sobre todo sus deliciosas berenjenas fritas. Me gusta mucho este bar, no sé por qué, pero es algo que me producen los bares añejos. Allí nos sentimos como en Casa. Nunca planeamos dirigirnos allí cuando salimos y nunca quedamos allí con nadie, pero siempre que estamos en su barra y Julio nos pone una caña y esas berenjenas, nos miramos y sé que todos estamos pensando lo mismo “tenemos que venir más”.
No hay ningún sucedido interesante que contar, la verdad, pero si una recomendación importante: no entres al servicio!
[…] a poco, se va extendiendo el virus “Café-Bar Cinema”. ¿Os acordáis del vídeo que filmamos, invitándoos a contarnos cuáles son vuestros bares favoritos? ¿Y del vídeo que hizo Cristian […]
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