En la serie “Juego de Tronos” hay un episodio ya mítico, titulado “La boda Roja”, en el que súbitamente se asesina a un nutrido grupo de los personajes protagonistas de la historia. Lo recuerdo con angustia. En un principio, nada hacía presagiar lo que iba a pasar. Después, cuando lo repasé con detenimiento, comprobé que no había engaño alguno hacia el espectador. Todo había sido primorosamente urdido por unos brillantes guionistas, que habían sembrado la trama de pistas, gestos y detalles, perceptibles para los espectadores más atentos y despiertos.
La tarde de ayer lunes, la actualidad informativa protagonizada por el PP me recordó a aquellas bodas de sangre medievales. El primero en caer, Sebastián Pérez. Con él, el alcalde de Granada y la concejal de urbanismo. Tres por el precio de ¿cuántos?
Sobre todo porque esta inmolación, este harakiri ritual, llega tarde. Es como el triple ganador en un partido de baloncesto que, lanzado desde el centro del campo, entra limpio… pero fuera de tiempo: muy vistoso y espectacular, pero completamente inútil. Y mira que ya lo dijimos en este artículo.
Al menos, si Luis Salvador mantiene la palabra dada (y firmada) de desalojar al PP del ayuntamiento en esta legislatura. Que no se trataba (solo) de echar a Pepe Torres, sino de desplazar del poder al partido que lleva más de diez años gobernando y hacer limpieza.
Que Torres Hurtado era un cadáver político era un hecho incontestable. Las dudas estribaban en el cuándo. Por eso, la comidilla está siendo la renuncia de Sebastián Pérez, presidente del PP granadino y senador en cortes, a su acta de concejal.
Personalmente, lo del morir matando que se le aplica al ya ex-alcalde de Granada y lo de llevarse por delante a su enemigo íntimo, no me interesa tanto como el futuro de nuestro ayuntamiento.
Y ahora, ¿qué? Para empezar, Juan García Montero es nuestro alcalde. Esta mañana. Porque Paco Cuenca está recabando apoyos para postularse como alcalde. Y, si Luis Salvador lo vuelve a dejar tirado, incumpliendo nuevamente la palabra dada, su credibilidad quedaría volatilizada, por completo y por siempre jamás.
Ya no valdría la excusa de las órdenes que vienen de arriba. Sería demasiado zafio, demasiado obsceno; recular de nuevo. Queda la opción de Fernando Egea, concejal independiente con mando en plaza. Pero se me antoja demasiado complicada y rocambolesca. Hasta para los guionistas de Juego de Tronos.
Jesús Lens