El sábado, que llovía a cántaros, estaba yo refugiado en mi cueva, echando un Apalabrados con el Gran Rash, cuando mi impaciente amigo me urgió a terminar la partida porque tenía que ir a recoger unos tebeos.
En broma, por el chat del adictivo juego de construcción de palabras, le dije:
– ¡Cómprame alguno!
El lunes, a las 8, en lo más crudo del comienzo de la semana laboral, el Gran Rash me trajo este tebeo.
Y se empeñó en que no se lo pagara.
La semana avanza, a trancas y barrancas, con sus luces y sus sombras.
Pero cuando las cosas se tuercen, pienso que una semana que comenzó con un regalo inesperado no puede ser tan mala, ¿no?
¡Gracias Rash! (Pero esto no es óbice para que siga pensando que “clámide” es una palabra de mierda… 😉 )