No sé cómo habrán sido los entresijos de la investigación que ha culminado con la detención del presidente de la Asociación de Vecinos de Cartuja, pero el aficionado al noir que llevo dentro ha encontrado un dato muy revelador en la crónica de José Ramón Villalba de ayer…
Antes de entrar en esas menudencias, recopilemos: hace unos días, agentes del grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional detenían al referido presidente por tener hasta 167 plantas de cannabis sativa… ¡en la propia sede de la Asociación! (Lean AQUÍ)
Un tipo curioso, este, muy reivindicativo contra los apagones que asolan la Zona Norte de Granada mientras disfrutaba de sus enganches ilegales para darles cariño, luz y calor a sus plantas de marihuana.
No sé cómo se conducirían las reuniones de la Asociación de Vecinos ni quiénes formaban parte de su junta directiva, pero leer las actas, al final de las reuniones, sería una panzá de reír…
Lo sé, lo sé. No es un tema para tomarse a guasa ni a cachondeo. Pero es que, no me digan… ¿Cuánta gente tendría acceso a la sede de la Asociación? Que lo mismo era un coto privado de su presidente y las reuniones, o no se hacían, o se hacían en el bar de la esquina, de forma más relajada y desenfadada.
Pero, les decía, hay un dato irrebatible en la crónica de J.R. Villalba que debería haber alertado al ayuntamiento de que algo raro pasaba allí arriba: según Eduardo Castillo, concejal de Participación Ciudadana y Deportes, la asociación llevaba muchos años sin solicitar ni un solo euro de subvenciones al Consistorio granadino.
¿Cómo? ¿Perdón? ¿Una Asociación de Vecinos que no solicita ayudas económicas, un año tras otro? ¿Nadie reparó en este sinsentido? ¿A nadie le extrañó? Lógicamente, ahí tenía que haber gato encerrado. Marihuana, en este caso.
Según parece, el presidente de la prudente y discreta Asociación ya había tenido sus más y sus menos con la ley, en otras ocasiones. Además de que al hombre, el anterior alcalde de Granada, el inefable y perejilesco Torres Hurtado; le había buscado un puestecillo de trabajo en el Centro Cívico del Distrito Norte.
Porque el tema de la marihuana es peligroso y las mafias que manejan el cotarro acojonan un huevo (lo escribimos AQUÍ), pero con esta historia se podría hacer una descacharrante y berlanguiana sátira de nuestro tiempo.
Jesús Lens