Hoy y mañana se celebra Talking About Twitter en Granada. Esta es mi aportación a la revista editada por IDEAL con relación a dicho evento, que ya es Trending Topic en la Red Social. A ver qué te parece esta historia.
Espero que sirva para mostrar, un poco más y mejor, qué es Twitter para mí. (El hashtag del evento: #tatgranada )
¡A tuitear se ha dicho!
Llegué a Teherán a esas horas de la madrugada de las que nunca tienes conciencia, excepto cuando andas embarrado y de parranda, bien rodeado de amigos y Alhambras.
Con la carretera solitaria y expedita, el trayecto desde el aeropuerto al hotel fue rápido. Tras mostrar mi pasaporte y ser debidamente registrado y fichado por el recepcionista -burocráticamente hablando- entré en mi habitación mientras el Imam de una mezquita cercana comenzaba a llamar a la primera oración de la mañana, justo antes del amanecer, cuando las luces del alba rompían por el horizonte.
Me conecté a la Wifi del hotel, arrebujado entre las sábanas, dispuesto a compartir ese momento tan mágico y especial con mis amigos, seguidores y contactos de Twitter… cuando me encontré con que el acceso a las Redes Sociales estaba vetado y prohibido en el país de los Ayatolás.
Molesto, cabreado y algo deprimido, me acordé de aquella Revolución Verde de hace unos años, en la propia Teherán, comentada, instigada, difundida, organizada, retransmitida, retratada y expandida a través de Twitter. Y me sentí raro. Egoísta. Y un poco ridículo, la verdad.
Durante los siguientes diez días, el Pajarito Azul permaneció mudo. Imposible acceder a sus servicios, si no me hacía con algún programa clandestino que permitiera sortear las barreras y los cortafuegos gubernamentales. Y tampoco era tan urgente, la verdad. A fin de cuentas, solo era un viajero que podía pasar perfectamente, unos días, sin compartir anécdotas, fotos o curiosidades de mi recorrido por Irán.
Haciendo de la necesidad virtud, terminé por auto convencerme: “¡Qué bueno, en realidad, poder desintoxicarme, desconectar y disfrutar de la Persia mítica al natural, en vivo y en directo, escribiendo y describiendo mis sensaciones a la antigua usanza, en un cuaderno de papel, con un bolígrafo!”
Porque iban a ser, claro, unos días. Solo. Unos días.
Cada vez que me acostaba, por la noche, y empezaba a desfilar por el recuerdo la procesión de imágenes, olores, sabores y sonidos que había ido atesorando durante la jornada; solo pensaba en cómo iba a recrearlos unos días después, desde casa, cómodamente sentado en mi sofá, viendo las blancas cumbres de Sierra Nevada y disfrutando de mi ADSL y mi maravilloso 3G.
Y es que nunca valoramos lo que tenemos, realmente, hasta que lo perdemos. Aunque sea por unos días. Solo.
Como Twitter. ¿Para qué sirve, en realidad, Twitter? ¿Qué sentido tienen los 140 caracteres de cada Tuit? Todo. O nada. Depende del tuitero. De su vida, obra y milagros. De su situación y circunstancias. Y depende de sus seguidores. Twitter es una herramienta con mil y una utilidades, sentidos y aplicaciones.
Al igual que un hacha puede servir tanto para talar un árbol en las manos de un leñador experto como para desmembrar a un ser humano, si es blandida por un asesino en serie; Twitter puede servir para hacer una revolución o para aburrir hasta a los más cándidos y pacientes serafines del cielo.
De nosotros depende. De ti y de mí. Pero lo importante es que, por fortuna, está aquí. Abierto y accesible. Universal. Público. Y solo cuando lo pierdes te das cuenta de lo realmente importante que es. Aunque sea por unos días. Solo.
@Jesus_Lens