Vuelve. No hemos alcanzado la mitad de agosto y ya está aquí, rodando, el tirano. Cuando Londres aun no ha bajado el telón, ya se oye el silbato, de fondo. España, que por fin ha roto aguas y ha alumbrado a decenas de mujeres guerreras y batalladores en todo tipo de deportes, correrá de inmediato un tupido velo sobre ellas y volverá a ser la España de siempre, la España del césped y del cuero.
Porque, desde ya, el fútbol, volverá a aplicar su rodillo.
El deporte rey. El rey sol. El fútbol es un monarca absolutista que pide veneración exclusiva. Y sus vasallos, los aficionados, los medios y los políticos se aprestan a rendirles la pleitesía que exige tras las condescendientes vacaciones que se ha tomado este par de semanas de agosto.
Dos semanas en las que nos descubrimos como forofos del bádmington, seguidores de la vela y entusiastas de la natación sincronizada. Semanas en las que pensamos que otro mundo es posible y en las que aprendemos términos imposibles, de los ipones yudocas a las exclusiones en el waterpolo. Y, aunque no sepamos qué otra Doma hay, más allá de la clásica; sí recordaremos que la Halterofilia es un deporte, y no un remedio contra la cefalea.
Semanas en que las portadas y los teletipos son para las Mireias, los Noyas, los Cales y las Txiquitas.
Todo ello llega a su fin. Por el horizonte ya despunta el astro rey, y tiene forma de balón. Su destino: ser pateado. Su bautismo: el saque de centro.
¡De partido, en partido hasta el alirón final!
Nunca más se volverá a saber de los piragüistas y los remeros; de los nadadores y los gimnastas. Del voley playa, quedarán los cuartos traseros y, de las navegantes, algún posado en algún calendario, Full Monty, para recaudar fondos con los que arreglar la vela desgarrada por el viento en cualquier entrenamiento tormentoso, en lo más crudo del crudo invierno, entre zozobras y miserias.
Porque el deporte es así de ingrato y así de injusto.
Porque todas estas medallas, paridas en silencio y sufridas en el anonimato, se perderán como gotas de sudor entre la lluvia, antes siquiera de que llegue el otoño.
Porque los días cada vez son más cortos, la última alerta naranja por el calor sahariano se va apagando, los privilegiados que aun tienen un trabajo empiezan a sentir la amenaza del síndrome postvacacional y las Olimpiadas, antes de terminarse, ya empiezan a ser un lejano recuerdo.
¡Se acabó el trikini! Es la hora del trivote…
¡Prietas las filas! ¡Impasible el ademán! Los capitanes eligen campo o pelota, el campo enmudece y, en la barra del bar, las conversaciones vuelven a ser las mismas de siempre, desde que el hombre es hombre: ¿Delantero centro o Falso 9? ¿Mou o Tito? ¿Cristiano o Messi? ¿As o Marca?
Jesús Lens
¿Y los aPostados anteriores?
Garabatos y Nuevas Tendencias en Salobreña
Veamos, además, los anteriores 12 de agosto: 2008, 2009, 2010 y 2011.