Tras levantarse, Confucio se dio la vuelta y miró, con sorpresa, que su deposición era clarísima e inequívocamente verde.
– ¿Por qué, si anoche no cené espinacas?
Era lo malo de ser Confucio: si él no tenía la respuesta, ¿quién?
Y aquel día, cavilando, cavilando sobre su deposición, el Maestro no fue capaz de dejar ninguna perla de sabiduría que invitara a la reflexión, milenios después, a los amantes de los Cafés y a los pertinaces seguidores de la Escuela Filosófica del Sobre de Azúcar.
Jesús Lens
Imagino que, en años anteriores, estuvimos menos escatológicos: 2008, 2009, 2010 y 2011.