En Madrid andan a la greña, para variar, sobre si hay que pedir la declaración de zona catastrófica o no, pugna a la que se une Castilla-La Mancha, que también ha sido muy azotada por Filomena.
No sé a ustedes, pero a mí me cuesta trabajo calificar como catastróficas las consecuencias de la misma nevada que durante el fin de semana sacó a miles de madrileños a las calles para hacer muñecotes, echar guerras de bolas de nieve o esquiar por Gran Vía, usando el Metro como remonte. Las catástrofes, antes, eran otra cosa.
No quiero quitarle hierro a las consecuencias de Filomena, pero de ahí a la declaración de zona catastrófica… Lo que vuelve a quedar claro es que olvidarse de los servicios públicos en aras de la privatización solo parece funcionar cuando las cosas van bien. En cuanto se tuercen un poquito, qué falta hacen Papá Estado y Mamá Administración. Eso sí, para que lo público funcione hay que rascarse el bolsillo y pagar impuestos. Y ahí, la Comunidad madrileña no es precisamente un ejemplo.
En Granada, el lunes hubo supermercados desabastecidos de fruta y verdura fresca. Cosas de los nodos de distribución periféricamente centralizados. ¡Qué desazón! O no. Porque por fin pude darle sentido a un cierto comportamiento ‘prepper’ que me acompaña desde tiempos inmemoriales: atesorar latas de fabada Litoral para cuando llegue el principio del fin del mundo.
‘Prepper’ es una forma coloquial de llamar a los preparacionistas o survalistas, personas que, anticipando catástrofes pre–apocalípticas, están preparadas para sobrevivir. A mí me dan mucha envidia, con sus sótanos acondicionados como vivienda, armas prestas y dispuestas para abatir zombis, picos y palas, recias botas, confortable ropa de invierno, trajes antibacterianos, generadores de energía… y comida y bebida para resistir varios meses.
En el Zaidín no es fácil encontrar espacio donde excavar un búnker, pero hay dos elementos que nunca me faltarán en próximas embestidas de cualquiera de las siete plagas de Egipto que aún están por venir: libros y fabada Litoral. ¡Qué buen cuadro habría hecho Andy Warhol con la fabada, de haber sido español! Mucho más lucida y nutritiva que las sopas Campbell, dónde va a parar.
Jesús Lens