A falta de una semana para la Navidad aún no me ha llegado ninguna caja de vino, cosa que no me sorprende pero me preocupa.
Esto de ser un periodista insobornable por las circunstancias te hace libre -a dos velas, pero libre-. Por eso, como ya he descartado que desde CajaGranada me llegue algún agasajo, puedo hablar de lo que está sucediendo en la entidad y de lo que sucede y no se cuenta.
El conato de revuelta de los trabajadores se ha resuelto días antes de la asamblea general. Una reunión donde, curiosamente, se aprobará la adaptación de los sueldos a la Ley Andaluza. Que traducido resulta que algún directivo cobrará la mitad; salvo que se refugie en Madrid. Hay dos que no perderían el tiempo ni en hacer las maletas.
En esta asamblea del 22 se rubricará la primera fase de esta metamorfosis obligada por la que ha pasado la Caja para convertirse en un banco. Quizás allí tengan respuestas algunas de las preguntas que se han hecho hasta en la comisión de control:
¿Cuáles son las empresas que de la noche a la mañana soltaron la guita para invertir en CajaGranada? ¿Cuánto están cobrando los directivos que se fueron a Madrid? -La última pregunta es mía-.
Definitivamente, se puede ser un banquero honrado pero es más difícil ser un banquero pobre.
Y a alguno quizás se le desmonta el discurso si al final tiene que ser el Banco de España quien descubra lo que gana.
Esto es lo que pienso, pero estoy dispuesto a cambiarlo por una caja de vino.