Paco Barranco ha sido durante años -digamos décadas- el hombre fuerte del deporte en Granada. Si fuera verdad la mitad de lo que cuentan de él sus detractores, Paco estaría entre un truhán y un filibustero. Pero la realidad es que siempre se ha movido entre luces, a pesar de ser un hombre en la sombra.
Por eso, como todas las personas que paladean el éxito y no lo esconden, ha generado filias y fobias. Aunque la mitad de los méritos que le atribuyen sus seguidores sean mentira, nadie puede cuestionar que en alguna ocasión colocó en el escaparate a una ciudad que estaba fuera de la élite deportiva.
Probablemente habría llegado más lejos en política que como vendedor de coches de segunda mano.
Así que no es de extrañar que Torres Hurtado lo mantuviera en el puesto, por encima incluso de alguno de sus concejales -o concejala-.
En una ocasión, Paco dio al alcalde a escoger y, como tantas otras veces, ganó el pulso.
Hasta que de pronto empezaron a desvanecerse los eventos de campanillas. Se quedó apartado de una Universiada que no iba a ninguna parte y Granada no cerraba sus inversiones para el Mundobasket de 2014. Aparecieron más gallos en el mismo corral y unos dirán que le tendieron un puente de plata y otros que él mismo se lo construyó con sus propias manos.
La realidad es que ahora se marcha a la organización del Mundobasket y, casualmente, la federación empieza a sondear a Málaga ante la posibilidad de que Granada -que lo fio todo a operaciones urbanísticas imposibles- no llegue a tiempo.
Esta sopa se sirve fría.