No hemos llegado al ecuador de la campaña y no me queda suficiente gente con la que pelearme. Del PP prácticamente ninguna. Cosa que me preocupa.
Porque otra semana de mítines sin una sola trifulca sería tan anodína como una semana sin fútbol. Y yo sin fútbol puedo vivir, pero sin pelearme con un asesor y/o un político me pongo chuchurrío y de la depresión sería capaz hasta de apuntarme a un gimnasio. Fíjate lo que te digo.
Así que les contaré a mis lectores mis penas para que me comprendan y para que sepan lo que hacen algunos de los políticos que les gestionan.
Si no tengo con quién pelearme, cómo voy a soportar una semana entera sin que nadie intente condicionarme para que saque hasta la foto de Primera Comunión de su candidato.
Cómo seré capaz de diferenciar las noticias de las pamplinas para no publicar más noticias.
Qué concejal del Ayuntamiento será el que interprete mis pensamientos y hasta mis sueños húmedos. Cuál analizará mis titulares sintáctica y morfológicamente para descubrirme que digo lo que no sé que digo.
Qué otro investigará la pureza de mi sangre para saber si soy digno de merecer su palabra. A quién tendré que afilar el lápiz rojo de la censura.
Y lo que es más importante, quién me dirá que Concha de Santa Ana ya no nos hace declaraciones.
No sé si podré soportarlo.
Qué pena de muchacho me dice la gente en los bares.
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