La próxima semana se cumplirán dos años desde que el 13 de julio de 2010 el juez de lo Penal número 3 sentenciara que Parque Nevada había ocupado ilegalmente 1.446 metros cuadrados de terreno. Un lunar delictivo en la inmensidad de un edificio que Miguel Ángel del Arco bautizó como el ‘leviatán’ de cemento y hormigón en mitad de la Vega.
El próximo lunes 9 de julio, a las 10 de mañana, están citados los abogados de los condenados en el mismo juzgado para notificarles las penas de inhabilitación y escuchar qué tienen que decir las partes sobre la demolición o, en su caso, la compensación por terrenos.
Ha pasado tanto tiempo que la condena no tiene mayor efecto que el de pasar una página de la historia negra del ladrillo y el pelotazo. Quienes entonces se dedicaban a la política ya están apartados de la escena pública y los 15 meses de inhabilitación como promotor para Tomás Olivo serán más bien un respiro para que se centre en otros frentes judiciales que tiene abiertos.
Puede que tenga prisas por acabar el Nevada, pero no tiene ninguna por acabar en la cárcel.
Han cambiado tantas cosas desde el inicio, que quien fuera el principal precursor de la denuncia es hoy uno de los mayores interesados en que el centro comercial abra sus puertas. Por eso habrá que estar atento al posicionamiento que tenga el lunes en el juzgado el Partido Popular, personado como acusación particular.
No es de extrañar que los partidos tengan intereses políticos por encima de la Justicia, pero no sería lógico que los tuviera el juez.
Al magistrado no le queda otra que ejecutar de una vez una sentencia que desde hace un año es firme.
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