Del cónclave del PSOE de Andalucía me he traído una lectura clara: no se puede organizar un congreso en el mes de julio en una zona de playa con los hoteles llenos de niños.
No he tenido tiempo de bajar a la orilla, porque he preferido vivir de noche, pero la luz que entraba por la habitación a las siete de la mañana era suficiente como para dejarte un tono de vuelta y vuelta.
En las noches de congreso uno se puede dedicar a ligar o a conspirar. O como en mi caso, intentar las dos cosas y quedarse doblemente a medias, que no equivale a una entera.
La madrugada de los cuchillos largos fue la del sábado al domingo. Cuentan que en un hotel estuvieron reunidos Francisco Toscano, José Rodríguez de la Borbolla y Luis Pizarro.
Quien no se ocultó fue el gaditano Francisco González Cabañas, que montó su estrategia en la propia cafetería del congreso. Mientras tanto, la delegación de Jaén estaba en un restaurante de Almería, desde donde cerraron las listas alternativas del domingo, una encabezada por el expresidente de Diputación, Felipe López, y otra por el exconsejero Francisco Vallejo.
La elección de este último es un indicador de que el 30% tiene voluntad de continuar vivo hasta que se abran las primarias para la sucesión de Griñán. Les llaman críticos y rubalcabistas, pero en realidad no son más que antigriñanistas.
No quieren al presidente de la Junta de secretario general -tal vez tampoco de presidente- y por eso Griñán ha tomado la determinación de seguir sin ellos.
Quiere dirigir con su 70% y eso entraña su riesgo. Cuando pasen los congresos provinciales del próximo fin de semana sabremos si a Griñán le ha salido bien la jugada o si en el pulso se rompió el brazo.
No comparto el ataque de aquellos que se oponen a Griñán sencillamente porque quisieran estar en su lugar. Pero el secretario general de los socialistas andaluces se ha equivocado al rechazar una integración aunque fuera de prêt-à-porter.
No lo hizo porque piensa que en realidad había un movimiento organizado en su contra. El sector crítico quiso hacer creer que el plante del 30% fue algo fortuito, aunque el ajuste de fuerzas se gestó con antelación. Que los antigriñanistas mantuvieron un encuentro días antes en Antequera es un secreto a voces.
Por eso Griñán no los ha metido en su ejecutiva. Porque se puede fiar de su sombra, pero no si la sombra es más bajita que él, no lleva barba y tiene menos pelos.