El PSOE de la capital sigue dividido. Lo que pasa es que una de las dos mitades es del 51% y en la otra hay, como mínimo, 49 intereses diferentes. Entre ambos sectores suman cien pero no suman uno.
Es verdad que desde que Chema Rueda llegase a la secretaría general los resultados electorales no han sido buenos, como tampoco lo son los de la actual ejecutiva provincial.
Pero algo mal habrá hecho el PSOE si cuatro años después el partido en la capital sigue fraccionado entre los que pierden elecciones y los que las perdieron.
Intentonas ha habido tantas como ocasiones. Cuando se presionó a la dirección local para que convocase primarias en lugar de designar a Paco Cuenca como candidato. En la elección de delegados al último congreso regional, cuando en cuestión de horas se armó una lista alternativa tras la que muchos intuyeron la sombra de Manolo Pezzi. Y ahora, cuando a siete días de la asamblea saltó la candidatura de Francisco Ruiz Dávila -que, por cierto, no fue muy celebrada en el entorno del PP-. ç
Quizás Paco no lo supiera, pero no era más que otra bala para dispararle al muñeco.
Aunque Teresa Jiménez había garantizado neutralidad, en la lista del exgerente del metro figuraba Carmen García Raya, que forma parte de la ejecutiva de Torre de la Pólvora. Detrás, el moratallismo y muchos ex.
Chema ha hecho ahora un gesto de integración al contar como número dos con quien fue su principal rival en 2008, Baldomero Oliver. Debe esforzarse por incorporar al 49% y los sectores críticos tienen que convencerse de que no es ningún objetivo ganar por aburrimiento.
Difícilmente el PSOE será una alternativa en la capital si le dedica más esfuerzo a repartirse los restos del naufragio que a preparar el abordaje a la plaza del Carmen.
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