El alcalde de Otura se ha quedado solo en su gobierno pero no parece darse cuenta, como el último soldado que se enfrenta en solitario al batallón enemigo y en lugar de rendirse acepta negociar.
Por descarte, Ignacio Fernández ya está más cerca de cumplir aquello que le dijo a un agente de la guardia civil, que en Otura mandaban sus cojones. Sobre todo, porque a este ritmo son los únicos que van a quedar.
Seis concejales de su propio partido se han pasado esta mañana a la oposición, que es como si a los delanteros les diera por rematar en su propia puerta. Y en el colmo del despropósito de este folletín -sin segundas-, el Partido Popular tiene dos grupos en el Ayuntamiento de Otura, uno que gobierna y otro que ha denunciado las cuentas del gobierno.
Ignacio se ha impuesto el reto diario de negar lo que dijo el día anterior y escenificar una nueva pirueta en el salto al vacío en el que anda inmerso. Conoce que con la ley en la mano es prácticamente imposible que le presenten una moción de censura. Salvo que los seis denunciantes se salgan del PP -no van por ahí los tiros- o que la dirección abra expediente de expulsión a quien ya se ha encargado de recordar que aún es gerente en excedencia.
Ignacio ha lanzado un pulso y la cúpula del PP tiene que responder ya o esta crisis le acabará salpicando.
Juan Ignacio Zoido dijo en el congreso provincial del sábado que quienes vengan con “prepotencia” o “soberbia” no tienen cabida en su partido.
Así que a la dirección del PP granadino solo le queda aplicar esta receta. O a los seis concejales que se han pasado a la oposición. O a los dos que quedan en el gobierno.
Aquí dejamos el comentario a las 18.30. Dos horas después, la dirección del PP acaba de pedir la dimisión inmediata de Ignacio Fernández.
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