Este país se caracteriza porque su gente solo se moviliza si hay barra libre y porque quienes tendrían que arreglar los problemas ponen más empeño en ocultarlos que en resolverlos. Era así antes de la crisis y así seguirá mientras importen más las apariencias que los hechos.
Nos escandalizamos si a un periodista griego lo detienen por publicar una lista de presuntos evasores pero asumimos que no trasciendan los nombres de los prohombres españoles que aparecen en esos mismos documentos birlados del banco suizo.
Políticos, jueces, banqueros… y metamos a los periodistas en el mismo saco, asistimos a la realidad con más miedo que vergüenza.
Expliquemos lo que sucede a través de la anécdota.
Esta misma mañana un grupo de trabajadores sociales de un ayuntamiento granadino querían denunciar los recortes que sufren y su repercusión en la sociedad. Mientas trasladaban su versión a un periodista, ha aparecido la concejala del área -en este caso del PP- y ha amenazado con abrirles un expediente por hablar con la prensa en su horario de trabajo.
Podría llevar razón. Si no fuera porque lo que realmente le importa no es que los vecinos se queden desasistidos sino que se sepa que su ayuntamieno está sin blanca.
Por lo demás, estaremos atentos de las relaciones que esta concejala mantenga con los periodistas en su horario de trabajo.
No vaya a ser que a alguien que cobra por un ayuntamiento se le ocurra venirse a la sede de su partido dentro de la jornada laboral a dar una rueda de prensa para machacar al contrario.