El PSOE ya puede decir con propiedad que el Ayuntamiento de Armilla es ‘cosa nostra’ –suya, me refiero-.
Tampoco es que tenga mucho que celebrar. Un ayuntamiento imposible de gobernar; un alcalde interino pendiente de lo que digan los tribunales vete a saber cuándo; tres concejales de UPyD a los que quieren largar del partido; dos tipos peleados por dilucidar quién es el tránsfuga; una secretaria que dice una cosa; un juez que decide la otra; un fiscal que opina la del medio; ruidos de sobres y rumores de bolsas de supermercado barato; lo que se perdió en Armilla lo encontrarás en Melilla –no es más que una rima-…
Y aún así, unos y otros se pegan tortas por ser el alcalde. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Quizás sea que el agua no se transforme precisamente en vino.
En fin, que el PP ha perdido la alcaldía de Armilla –puede que transitoriamente- y el principal culpable habrá sido el PP. Por descuidar el poder municipal, que fue el punto de partida de su victoria en la provincia.
Tienen los populares otros fuegos por apagar. Curiosamente, mientras a Antonio Ayllón le birlan Armilla se faja por resolver la crisis de Loja. Cambio de cromos.
Y esta semana se reunirá la cúpula para decidir qué hace con Otura. Pero esto merece un comentario al margen.
El muerto estaba vivo. Solo fue una indisposición transitoria.
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