A los barracones

TFGP.

Estudié Periodismo -pese al asombro de algunos de mis lectores- en aquella deteriorada facultad de Gonzalo de Bilbao, en Sevilla, donde en invierno hacía más frío que en la calle y, en verano, aliviaba más un abanico que el aire acondicionado. Lo mejor de aquel edificio era un patio lo suficientemente amplio como para albergar unas barras y un escenario, donde se organizaban conciertos y se tiraba cerveza nada más asomar la primavera. Con el ruido era imposible impartir docencia, así que algunos profesores -muy a su pesar- decidían suspender las clases tras un leve paripé y volvíamos todos a la barrilada.

Gracias a la precariedad de aquella facultad aprendí en los bares casi todo lo que hay que saber en este oficio. Igual que los políticos son capaces de argumentar lo imposible sin que les cambie el rictus, Andrés podía prometer tras el mostrador de aquella taberna que Gastón Casas sería el pichichi de la Liga porque lo había visto entrenar su nieto; aunque todos sabíamos que aquello era algo más que improbable. Allí aprendimos a manejar el off the record -sin respetarlo- cuando nos enseñó la portada del ‘playboy’ donde salía una compañera de la facultad.

El Guirigay cerró cuando Periodismo se trasladó a La Cartuja, como si fuese un aula más de Gonzalo de Bilbao.

A nosotros -a unos más que a otros- nos fue bien en aquel edificio que era peor que las ‘caracolas’ de la Facultad de Derecho. Pero no sería recomendable que unas instalaciones similares albergasen un colegio de Primaria.

Sobre todo, porque pasar tanto tiempo en los bares resulta muy aburrido si no tienes edad suficiente para beber cerveza.

La consejera de Educación, Adelaida de la Calle, opina que estos barracones son similares a las casas norteamericanas de lujo que vemos en las películas y que distan de ser un lugar peligroso porque en Andalucía no hay ni “huracanes ni terremotos”.

Puestos a hacer comparaciones impertinentes, se podría recordar a la consejera que justo cuando hacía esa reflexión recuperaban en Castell el cadáver de la tercera víctima de una tromba de agua. O se podría preguntar a Adelaida por qué el gobierno andaluz no se construyó una Casa Blanca prefabricada e invirtió en colegios los 53 millones que costó la reforma de San Telmo.

Tendría que saber la consejera que la Andalucía de las caracolas es la misma en la que la Junta tiene que costear el bocadillo de muchos niños.

En una cosa sí estoy de acuerdo con Adelaida: es un despropósito que los críos tengan que superar una reválida con la Lomce.

Quienes verdaderamente necesitan someterse a esa prueba son algunos políticos.

2 Comentarios

  1. Chirino ¿has estado en algún barracón? solo decirte que tienen aire condicionado y calefacción, lo que ne muchos colegios (la mayoría) no hay. Y WC para esa clase exclusivos.

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