Petreo Sánchez

Pedro Sanchez announces his resignation as Spain's Socialist party (PSOE) leader to the media at the party's headquarters in Madrid, Spain, October 1, 2016. REUTERS/Susana Vera

Los seguidores de Pedro Sánchez –su guardia pretoriana– se comunicaba el sábado a través de un grupo de whatsapp que bautizaron como ‘Pétreo’ Sánchez, por la firmeza que el exsecretario general mantenía frente a los críticos. Y el nombre fue doblemente oportuno. Primero, porque tardó once horas y 26 minutos en entregar su rendición -todavía parcial–. Y, segundo, porque durante todo ese tiempo asistió impertérrito a un espectáculo que los propios socialistas han tildado de «lamentable». Uno de lo asistentes compara a Pedro Sánchez con una «esfinge». Otro, sin haberlos puesto de acuerdo, con una «estatua». «No tenía expresión, mostró una absoluta frialdad», apostilla un miembro del comité federal. «Estuvo como una roca. Es la metáfora que mejor lo describe, porque se había enrocado», describe otro.

Cualquiera habría sucumbido mucho antes a un encierro durante medio día en la sede de Ferraz… y con las cafetería cerrada. Sólo unas máquinas expendedoras. El patio en el que se vio a Susana Díaz conversar con el secretario del PSC, Miquel Iceta, es en realidad una dependencia que los socialistas comparten con otros edificios. «Se asomaban a los balcones y nos hacían fotografías. No sabíamos si eran los vecinos o que habían alquilado los balcones como en el Corpus».

Fuera de Ferraz, aunque también en Madrid, se encontraba el sábado la consejera de Igualdad de la Junta, la granadina María José Sánchez. No estaba, como se ha dicho, reunida en una cafetería con los otros 16 dimisionarios. Pero sí presta por si tenía que acudir al comité federal. De hecho, fue el propio Pedro Sánchez quien, en una de sus maniobras de escape, ofreció readmitir a los 17 compañeros que el miércoles le habían plantado en bloque.

Ese movimiento a mitad de semana fue el que terminó de encender un comité electoral histórico. Un foro que habitualmente apenas si concita atención y que en esta ocasión atrajo hasta a los menos habituales. Por eso se identificó a varios asistentes. «Me llamaron tres veces de Ferraz para confirmar mi presencia. A algunos les pidieron el carné en la entrada;a mí, no. Eso no sentó bien», cuenta uno.

RECESO Y AVITUALLAMIENTO
Pasadas las diez de la mañana, lo que quedaba de la ejecutiva en ‘funciones’ entraba en la sala Ramón Rubial recibida con frialdad. La mesa que debía presidir el comité se demoró veinte minutos. Ahí se anunció el primero de los recesos para negociar un solo orden del día; porque los miembros del comité recibieron dos distintos.

En el segundo receso los componentes de la expedición granadina decidieron ausentarse para comprar unos sandwiches y algo de golosinas. Pocos se atrevieron a salir cuando, al avanzar el día, a las puertas de Ferraz se concentraron simpatizantes e ‘infiltrados’. Con el devenir de la jornada, aquellos víveres se convirtieron en un tesoro tan codiciado como el agua en el desierto: «Terminamos repartiéndolo entre los compañeros».

LOS MUÑIDORES
El comité no empezó. El centenar de palabras que se solicitaron fueron para valorar el dictamen que habían presentado tres miembros del comité de garantías. Pero no se produjeron intervenciones formales desde el atril. Sí pidieron la voz desde su asiento –únicamente por cuestión de orden– el ahora eurodiputado José Blanco; el exsecretario del PSOE de Castilla y León Julio Villarrubia; el histórico Josep Borrell; o el número dos del PSOE andaluz, Juan Cornejo. Era César Luena, mano derecha de Pedro Sánchez, quien insistía en la votación secreta. ¿Por qué? En el whatsapp de ‘Pétreo’ calculaban que ganarían la votación por un estrecho margen de tres votos; o de seis a nueve si se depositaba la papeleta en la urna.

Y entonces se produjo la escena que reventó el cónclave: «Vimos que la ejecutiva se levantaba y se marchaba. Algunos empezaron a gritar ‘¡no os vayáis! Pero nos dimos cuenta de que estaban votando. Sin censo, sin ningún tipo de garantías… Dio la impresión de que estaba preparado. Y, además, el primero que se levantó fue Pedro», relata un asistente. «Alguien hizo una foto de la urna y una de las que estaba votando se le abalanzó. Fue un momento de enorme preocupación», recuerda otro miembro del comité federal. Pedro Sánchez se dejó en esa jugada parte del crédito que le quedaba.

LA MOCIÓN DE CENSURA PARA MEDIR FUERZAS
Muchos creyeron que el partido se desmoronaba en ese instante. Uno de los presentes dice que vio llorar al presidente extremeño, Guillermo Fernández-Vara. Otro rememora que a la andaluza Susana Díaz se le quebró la voz cuando intervino para poner calma.

Los críticos decidieron pasar a la acción. «Fueron transparentes. Cogieron el micrófono y dijeron, ‘compañeros, vamos a recoger firmas para presentar una moción de censura’», cuenta alguien que estaba dentro. Los encargados de recolectar los nombres fueron, entre otros, Juan Cornejo; el secretario de Política Institucional del PSOE-A, Francisco Conejo;y el presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes.
Fue una forma de medir las fuerzas y ver quién podía llevarse la votación: «Pedro y Susana hablaron en una esquina de la tribuna. Ya se sabía el resultado. 133 compañeros habían suscrito la moción de censura, eran mayoría». Pedro Sánchez tuvo que acceder a que se votara la celebración de un congreso extraordinario y perdió por 132 a 107.

Eran las 20.21.

EL ‘ESPONTÁNEO’
Durante esta semana, las agrupaciones provinciales han convocado a sus cuadros de mando. ‘Pétreo’ Sánchez aún no se ha desmoronado.

Tras perder la votación del sábado, el dimitido secretario general en funciones volvió a apelar a la militancia. Entre sus estiletes –quizás el más destacado– está el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, que pretende recoger firmas para acelerar la convocatoria del congreso y que el martes pidió formalmente amparo a la comisión de ética y garantías para limitar el poder de la gestora.

Después se fue a casar a Elizabeth y José Antonio.

2 Comentarios

  1. ¿ Por el bien de España?. ¿ Acaso merece España un gobierno presidido por un corrupto, tanto por activa como por pasiva?. ¿ Eso es lo que le conviene a España?. Yo creo que el bien de España lo que requiere es que todos estos políticos avariciosos sean historia a la mayor urgencia.

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