Ha mandado Mariano Rajoy a sus ministros a recorrerse las calles; que es una buena costumbre, sobre todo si se hace por aquellas vías públicas que tienen bares.
La pasada semana tuve la oportunidad de entrevistar al ministro Cristóbal Montoro, lo que me obligó a renunciar a mis principios e intentar entender en qué consiste el sistema de financiación.
Las conversaciones sobre estos asuntos me interesan tanto como el último gallo de Operación Triunfo y aún no tengo claro si a palabras como ‘Patrica’ se le antepone al artículo masculino o femenino. Pero tras hablar con el ministro ya sé en qué consiste la regla de gasto, algo que me servirá para armarme de argumentos cuando discuta con mi mujer sobre la economía doméstica.
Sin embargo, esta transparencia de Rajoy y su Gobierno, este idilio con los periodistas y la opinión pública, no se ha extendido a otras escalas. Por ejemplo, en el PP granadino.
Hay una alcaldesa a la que no le agrada que se cuenten noticias de las que sea protagonista. Y no solo las malas, que podría entenderse. Es que tampoco pone ningún interés por aparecer en las buenas.
Y por aquello de favorecer el hábito de lectura entre sus vecinos, les ha quitado el periódico hasta de la biblioteca pública.
Hace unos días habría pensado que lo ha hecho por prepotencia caciquil. Pero tras hablar con Montoro comprendo que ha sido por la regla de gasto.
Me quedo más tranquilo.