El pasado viernes realicé una entrevista de 51 minutos a Susana Díaz, el que ha sido hasta el momento el vis a vis más largo en mi carrera periodística. Ni siquiera mi hija me soporta durante tanto tiempo continuado. Cerca de una hora apenas interrumpida en una ocasión para beber agua. Susana, por supuesto, que ya es sabido que yo no bebo agua a deshoras.
Aunque evidentemente tiene que argumentar lo contrario, la candidata socialista está cómoda en esta precampaña. La crispación, el intercambio de insultos o las críticas al régimen socialista nunca dieron resultado a la oposición. Y al final quienes tienen que proponer son más recordados por la ocurrencia de algún lumbreras que cuestiona el desarrollo de los andaluces; dicho con tanta vehemencia que lo disparatado de las formas evita siquiera entrar en el fondo. No se trata tanto de llevar razón como de no perderla.
Susana sabe desenvolverse en este discurso de ‘tu al Mac Donald y yo al 100 montaditos’. Una contienda en la que muchos parecen tener las miras puestas en el 3 de diciembre. Ese día cambiarán obligatoriamente muchos discursos; aunque todavía no se sepa cuáles.
Es cuando menos curioso que, todavía en precampaña, más que de los votos se hable de los vetos.