En realidad, Vox son muchos partidos en un mismo envoltorio. Como la maritoñi, que son dos pasteles en uno solo. Por eso se explica que algunas de las 19 propuestas de su vademécum sean sensatas -tanto al menos como las de PP y Ciudadanos-, otras resulten llamativas y varias se muevan entre el estrambote y el disparate.
El Partido Popular tiene fácil pactar con dos tercios de Vox, mientras que Albert Rivera podría cerrar acuerdos, sin excesivas contorsiones, sobre la tercera parte de su argumentario. El problema reside en ese porcentaje de su ideario que parece sacada de una conversación de barra de bar -que de ahí viene lo de barbaridades-. Pero es precisamente esta porción la que le define como partido y le distingue del resto.
Hechos los convenientes chistes sobre el documento de sus pretensiones, convendría hacerse las preguntas realmente relevantes. ¿Cuántos de los 400.000 andaluces que votaron a Vox se alarmaron tras leer -quienes lo hayan hecho- las 19 propuestas? ¿Qué porcentaje volvería hoy a depositar su apoyo en el partido de Santiago Abascal? Sospecho que el mismo, si no más.
En los tiempos que corren es muy complicado argumentar un discurso político o periodístico; porque frente al debate razonado y sosegado se imponen las prisas y los sentimientos. Conozco a personas formadas e informadas capaces de negar todo lo leído si reciben un documento por whatsapp que asegura que las mujeres matan más que el tabaco.
Es más fácil creer a un amigo que a un político o a un periodistas; sobre todo, porque los políticos y los periodistas resultamos tan antipáticos que ya nos quedan pocos amigos.
No todo el mundo piensa como nosotros. Y ese punto de partida tendríamos que tenerlo claro. Nosotros y cualquier partido. De lo contrario, corremos el riesgo de querellarnos hasta con el que nos vende los cupones porque nunca nos da el premiado.
Todo se mueve entre la especulación y el espectáculo. En el PP no dudan que habrá acuerdo y que se cerrará en cuestión de horas. Es más, la reunión entre Teodoro García Egea y Javier Ortega Stmith dicen que no acabó tan mal.
Vox sacará algo a cambio -ya ha ganado suficiente- pero terminará facilitando -eso piensan tanto en el PP como Ciudadanos- el cambio de gobierno en Andalucía.
Aunque para ello tenga que traicionar uno de sus principios ideológicos y aceptar que también existen los matrimonio de tres.