La cita con Pedro Sánchez en el restaurante Montserrat de Pinos Puente era a las dos de la tarde. El candidato socialista llegó a las tres. Y todo eso sin una cerveza de por medio.
No espere que esta contracrónica sea amable, porque eso no se le hace a una persona y mucho menos a un periodista.
Empezó Pedro su intervención con el anuncio de que hablaría sin tapujos: “Estamos en familia. Es verdad que están los medios de comunicación…”.
Nunca me habían dicho de una manera tan sutil que estaba de sobra; bastaron tres puntos suspensivos y se hizo el silencio de Albert Rivera. Para la próxima me llevaré un portaretrato con la foto que tengo con Pedro mientras sostiene mi novela –cuña publicitaria-. En realidad, le guarda una prudente distancia.
Quizás me tendría que haber percatado de que nuestra presencia era incómoda tras las indicaciones de algún escolta:
-“No se puede salir de aquí”, mantiene a los reporteros a varios metros de distancia mientras los militantes se arremolinan alrededor del candidato.
-”Conchi, ven y le das un beso, tiene una piel muy suave”, comenta una simpatizante a otra.
Estoy tentado de hacerme pasar por un seguidor ferviente y saltarme el cordón sanitario a la prensa con la excusa de plantarle dos besos; pero mi entrega informativa no llega a tanto.
Pedro Sánchez se hace varias fotos rodeado de compañeros del partido. La noticia es que Paco Cuenca llega tarde a la primera. A la segunda, también. Pero justo por eso se coloca el primero.
Hago tiempo charlando con Manuel Pezzi y Paca Pleguezuelos. Le agradezco a Manolo que se ofrezca a pagar a escote los 15 de euros del menú para invitar a los periodistas. Hay veces que me han sobornado por menos.
Consigo hacerme con el menú, birlado a uno de los comensales. De primero, salmorejo con huevo y jamón. De segundo, plato alpujarreño. Y para terminar, “muss de chocolate” (sic). Me quedo con la duda de si será un postre o un juego de cartas.
Me entretengo en contar los que han resultado ser de Pedro de toda la vida. Le viene bien al candidato la presencia de Susana Díaz, porque hace visible hasta qué punto te puede cambiar una derrota cuando no se sospecha. “No demos las cosas por hecho”, advierte Pedro Sánchez.
José Antonio Rodríguez me apunta un pronóstico y lo anoto con testigos por delante.
Largan a la prensa y empieza la comida. En la mesa presidencial, Pedro Sánchez junto a Susana Díaz y, enfrente, Juan Cornejo, el exalcalde de Jun e Iván Redondo. También está el alcalde de Pinos Puente, Enrique Medina, que todavía no sabe si la comida será de buen gusto.
Sobre todo, porque me he llevado la tarjeta de su menú. Pero no ha sido idea mía.
Ya he dicho que estaba charlando con Manolo Pezzi.