Transita la precampaña andaluza por una fase de tanteo -he estado a punto de escribir tonteo-, con los principales candidatos intentando perfilar un discurso que les aguante un mes sin aburrir en exceso. El principal enemigo de la efectista política actual no es la credibilidad, sino el tedio. El votante está dispuesto a soportar a un mentiroso antes que a un plasta.
Repaso los mensajes de las últimas horas para trazar una línea estratégica, que es lo que nos demandan a tertulianos y analistas; ese oficio en el que no es necesario acertar.
Juan Espadas reivindica al PSOE como el “único partido de los andaluces», porque «lo demás son coaliciones de interés o uniones temporales de empresas». Uno lee esto y piensa que podría referirse al mejunje de la izquierda, pero Juan precisa sobre la marcha que el peligro al que se enfrentan los andaluces es a la “coalición de derecha”. Espadas ha rebajado las referencias explícitas a Vox. Ha tardado, pero quizás se haya percatado de que Macarena Olona está cómoda convertida en el centro de todos los ataques. Paradógicamente, estar a la defensiva le deja la iniciativa.
El PSOE está preocupado por el impacto que tendrá la fragmentación a su izquierda. En San Vicente asumen que centrarán la campaña en el voto útil y creen que esto, unido a la movilización que le presuponen a Vox, podría llevar a los socialistas a mantenerse como la lista más votada, aunque las posibilidades para formar gobierno se complican.
Juanma Moreno ha acuñado el concepto de “mayoría tranquila”; como si la tranquilidad fuese un estado alcanzable -e, incluso, deseable- en política. Interpreto que quiere una campaña sin sobresaltos, esquiva con Vox, y que la ausencia de ruido lo llevará -piensa- a sumar un diputado más que el resto de la izquierda. La tranquilidad es eso.
Juan Marín emplaza al PP a admitir si quiere formar gobierno con Vox, repite que los andaluces “confían en un gobierno de PP y Cs» y al mismo tiempo advierte a los populares que no pueden huir de la “corrupción” de la etapa de Bárcenas.
La confianza, como la fe, es subjetiva y según convenga.