El debate más profundo de esta precampaña, de momento, es saber si Maracena Olona está empadronada en el Castillo de Salobreña. Evidentemente, es una salobreñera sobrevenida para poder presentarse a las elecciones. Hasta ahí llegado. Pero la ley no establece que para poder concurrir a unos comicios necesariamente haya que saber continuar el ripio de Salobreña, monte sin leña, mar sin pescado…
Los partidos se han enfangado en este asunto que está tan claro administrativa como éticamente. Quedaría una tercera vía, la judicial, para el que la quiera emprender.
La junta electoral ha validado la inscripción de Olona en el padrón. Y el Ayuntamiento de Salobreña hará previsiblemente lo mismo cuando concluya el expediente.
Hablo con dirigentes populares y se lamentan de que alguien haya sido tan torpe como para detonar un escándalo de fogueo que, intuyen, solo beneficiará a Vox. Converso con socialistas y concluyen lo mismo. ¿Quién habrá sido el estratega?
En esta campaña cualquier lumbrera piensa que puede dar la vuelta a las encuestas.
Y Macarena Olona dará un golpe de efecto antes de que acabe la semana. Al tiempo.