Como ya se ha acabado la Eurocopa y en las playas hay tanto metrosexual suelto que me da vergüenza ir por miedo a las comparaciones, este fin de semana no tengo nada mejor que hacer que plantarme en el congreso del PSOE de Andalucía.

Griñán no encotnrará problemas para renovar un liderazgo con un porcentaje casi unánime. Incluso podrá permitirse el pegote del anterior cónclave y ni siquiera votarse a sí mismo. Pese a que algunos aventuran lo contrario, apuesto a que su ejecutiva también tendrá un respaldo similar.

Otra cosa es hasta qué punto le permitirán renovar una estructura centenaria para adaptarla a los nuevos tiempos, que en materia orgánica son idénticos a los viejos.

El secretario del PSOE-A no quiere un solo lugarteniente, aunque ya se sabe que donde mandan muchos no controla ninguno.

Entre esos nombres están el del onubense Mario Jiménez, que gestionaría de puertas hacia dentro, y el del granadino Francisco Álvarez de la Chica, que pondría la voz de San Vicente para fuera.

¿Saldrá adelante este invento? Puede que en las formas sí, pero en el fondo seguramente no.

Los galones del partido siempre los llevará una sola persona y entonces Griñán tendrá que elegir. También influirá la presión que se haga desde cada agrupación provincial. Y ahí el PSOE de Granada tendría que convencerse de que su mejor influencia en Sevilla sería la de Paco.

Y en una semana será el congreso provincial, donde la primera incógnita a despejar será conocer si Luis Salvador consigue los avales. Cuentan que desde el entorno del sector oficialista han intentado pescar los delegados que quedaban sueltos con ‘infiltrados’ en alguna comarca. Por ejemplo, me hablan de la de El Temple.