Corría el mes de febrero de 1950. IDEAL publicaba en la contraportada una imagen de un hombre tocado con un sombrero cordobés, capa española y anchísima faja grana. Lleva en su mano un raro bastón con dos cabezas artísticamente talladas. Se llamaba Enrique García Roldán y era un aspirante al trono calé que dejó vacante el mítico Chorrojumo tras su muerte en 1906.
Una saga de Chorrojumos
No fue el primero que quiso heredar el título de ‘rey de los gitanos’. Eran muchos los que lo imitaban y, ataviados con un pañuelo de colores, chaquetilla de botones y calzones adornados con caireles posaban, con una varilla de avellano en la mano, con los turistas a cambio de unas monedas. Lo curioso de la historia de Enrique García Roldán es que, al parecer, era un antiguo Guardia Civil que todavía vivía en la casa cuartel de la Benemérita en Úbeda y que se había hecho muy popular unos años antes porque aseguraba que, a diez metros de profundidad, bajo la Fuente de los Leones, había un tesoro oculto. De nada le valió, dice el redactor de IDEAL en su crónica, que le advirtieran que, no siendo gitano mal podía aspirar al nombramiento. García Roldán ya había escrito una carta al alcalde solicitando el cargo y pidiéndole ser coronado en las fiestas del Corpus «un número interesantísimo para la atracción de turistas», comentaba el buen hombre. El candidato a ‘rey de los gitanos’ rozaba los setenta años y se ganaba la vida de recadero entre su pueblo natal y la capital granadina. Enrique todavía esperaba el permiso municipal para buscar su tesoro (lo había solicitado en agosto de 1948), una cantidad fabulosa de lingotes de oro guardados en un arca de hierro. Tenía previsto comenzar a excavar en un subterráneo que había descubierto en los solares de la antigua casa de los juzgados en Plaza Nueva.
«Estás más negro que Chorrojumo»
Chorrojumo se llamaba Mariano Fernández Santiago. Andrés Cárdenas, contó así en IDEAL la historia de este personaje: «Parece ser que quién descubre el «glamour» gitano de Chorrojumo (le llamaban así porque su piel tenía el color de un chorro de humo) es el pintor Mariano Fortuny, que en un paseo por el Sacromonte ve en una fragua a tres hombres trabajando el hierro. Corría el año 1868 y el pintor había venido a Granada en viaje de novios. Eran tres gitanos harapientos que machacaban un hierro al rojo vivo a base de martillazos. «Uno de ellos tenía la piel del color del cuero viejo, unas enormes patillas que bordeaban su boca y unos ojos del color del acero. Ese era Chorrojumo», dice Manuel Anguita.
Fue este pintor (que curiosamente era tocayo del gitano) el que le metió en la cabeza que él, con su pintoresca figura, podría vivir de otra forma que no fuera la fragua. Para ello, con la intención de hacerle posar para él, convence al gitano para que se hiciera un traje con polainas, camisa de chorreras y sombrero de catite, como si fuese de otro siglo. Él mismo pintor le pagaría el traje a cambio de que posara para él, cosa que hizo para numerosos cuadros en los que está inmortalizada la figura del popular calé. Fue entonces cuando nació el mito de Chorrojumo, quizás el personaje más pintoresco de cuantos han nacido en Granada.
Mariano Fernández Santiago, Chorrojumo, nació en 1824 y a los 19 años fue llamado para servir al rey. «Él mismo se vanagloriaba de haber sido uno de los pocos gitanos que habían ido al ejército», dice Manuel Anguita. A su vuelta, Chorrojumo se casó con Dolores Román, también gitana del Sacromonte y tan pobre como él. Del matrimonio nacieron seis hijos, que se ganan el sustento diario pidiendo a los turistas extranjeros que llegaban a ver la Alhambra.
Cuando Chorrojumo dejó la fragua familia para dedicarse a vivir de las limosnas, tenía 46 años. Tan popular llegó a ser que era continuamente buscado por personas que venían a Granada. «Llegó a ser un reclamo turístico importante. Junto a la Alhambra, los turistas que venían, por supuesto no tantos como ahora, querían fotografiarse con él. En aquellos años, sin duda, era el granadino más fotografiado», dice Francisco Ruiz, antropólogo autor de un estudio sobre las cuevas del Sacromonte. Ruiz señala que tal vez eso, el que fuera constantemente reclamado, fue lo que hizo que «se le subieran un poco los humos», dice en plan irónico. De «Príncipe de los Gitanos» pasó a llamarse «Rey de los Gitanos» e incluso se agenció un cetro hecho con una vara de almendro. También, gracias a los beneficios que sacaba limosneando, dejó de vivir en el Sacromonte y se mudó a una humilde casa al final del callejón Niños del Royo. «Su popularidad era tanta que llegó a ser el granadino más conocido. Vendía postales con las fotografías que le habían hecho García Ayola o Camino, grandes retratistas granadinos, en mil poses diferentes», dice Ruiz.
Decadencia
Igualmente eran populares las historias que contaba sobre la Alhambra y que alguien le había contado a él. Muchas de estas historias ya habían sido escritas por Washington Irving pero él las contaba como propias. Tenía una buena y atractiva voz y dejaba a mucha gente extasiada cuanto contaba historias sobre el monumento nazarí», dice Antonio Rodríguez, profesor de Historia.
Así, pidiendo y posando para todos aquellos que querían fotografiarse a su lado, estuvo viviendo mucho tiempo, hasta que vino la decadencia.
Él mismo, en un escrito que envía al gobernador, se queja de que a comienzos de 1900 es llevado varias veces a la cárcel porque había quien pensaba que se ganaba la vida ilegalmente engañando a los turistas. «En los años finales de su vida todo fue amargura. Se quedó casi ciego. Por otra parte le salieron algunos competidores que se vestían como él y que confundían a la gente. El negocio se le vino abajo», dice Manuel Anguita.
El 10 de diciembre de 1906 sufrió un infarto cerebral cuando subía por el Paseo de la Alhambra. Cayó al suelo como fulminado por un rayo. Tenía 82 años. Había muerto Chorrojumo, «Rey de los gitanos» y «Señor de los bosques de la Alhambra» («Estás más negro que Chorrojumo». Andrés Cárdenas IDEAL 17/03/2010)
2 comentarios en De Guardia Civil a Chorrojumo
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Yo conocí al personaje por las calles de Granada.
Creo que en 1868, no tendia necesidad el pintor de Reus, de pedirle a Chorrohumo,que se difrazara. La indumenta es la típica de la epoca, y muy parecída a la que utilizó el malogrado artista, que inmortalizó en sus lienzos la entonces ruinosa Alhambra, refugio de marginados y mutilados de guerra. Por cierto, que a pesar de su juventud( creo que murió de 29 años),sus obras pueden recibír el honroso calificativo de » Maestras»