Las fiestas de San Miguel eran de una sencillez encantadora.
Recién estrenado el otoño, cuando septiembre pinta las manzanas de color verde, los granadinos suben al Cerro del Aceituno. Antaño eran tres los caminos para acompañar al Arcángel: por la Carrera del Darro y Cuesta del Chapiz; por el camino de San Diego, el utilizado para carruajes, y por la cuesta de San Gregorio, aunque este último era el preferido por los romeros, por transcurrir a la sombra de los cármenes y porque estaba salpicado de altares de ánimas, bandejas con frutas y flores y puestos con jarras de agua pura de Alfacar.
Poco a poco, el cerro se llenaba de gente…
…Se colocaban los puestos de baratijas y los de frutas del Albaicín. Se instalaban los juegos giratorios de sortija, los de tiro de ballesta, los corrillos de copleros y, a veces, aparecía por allí una banda de italianos que con arpas y violines amenizaban uno de los días más alegres de la ciudad.
La ermita era un ir y venir de peregrinos. Fuera, las chicas se sentaban con sus mamás para lucir los adornos a la última moda mientras jóvenes a caballo invitaban a pasear a las muchachas y todos se agolpaban en torno a los puestos de sabrosos bollos de aceite, con las nueces del Castillo, acerolas, camuesas, priscos y granadas… al menos, así la recordaba Eduardo Gómez Moreno, en la revista literaria ‘El Liceo de Granada’, esta bonita tradición a principios del siglo XX.
Aunque, desde siempre, estas fiestas han reafirmado la identidad del Albaicín y han abierto el barrio al resto de la ciudad.
Escribía Federico García Lorca:
San Miguel lleno de encajes
en la alcoba de su torre,
enseña sus bellos muslos
ceñidos por los faroles.
Arcángel domesticado
en el gesto de las doce
finge una cólera dulce
de plumas y ruiseñores.
San Miguel canta en los vidrios
efebo de tres mil noches
fragante de agua colonia
y lejano en las flores…
San Miguel se estaba quieto
en la alcoba de su torre,
con las enaguas mojadas
de espejitos y entredoses.
San Miguel, rey de los globos
y de los números nones
en el primor berberisco
de gritos y miradores
3 comentarios en La romería de San Miguel
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Yo naci en la Placete de las Mina en casa de mi Abuela Pepa, mujer guapa con bellas arrugas en la caraque para que comiera me subia al poyete que habia completo to andaba por alli y ella detras con la cuchara de comida.LLegna la fiesta todos los niños vestidos con los mejores y mas nuevos pantalones camisas y sandalias. Ha a subir en romeria al Cerro,alli carrera de cintas,de sacos puestos con los frutos otoñales,nos llevaban la comida-merienda y de regreso ya no eran los mas nuevos pantalones camisas y sandalias.Me tre recuerdos de los olores que vivi en esos momentos,lastima que de aquella familia tan completa se haya rebajado en numero importe.Un saludos para los alycineros.Soy nieto de MIguel Seisdedos Fabrica de Telares
¡¡¡Qué hermosa romería visitar la ermita y disfrutar a lo lindo—Pero que no llueva, por dios———–!!!