«Se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre»
fueron algunas de las palabras que Salvador Allende dirigió al pueblo chileno aquel 11 de septiembre de hace cuarenta años. Y continuó:
«Yo no voy a renunciar. Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y tengo la certeza de que la semilla que sembramos no podrá ser segada definitivamente. No se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos».
Allende se suicidó, con un fusil regalado por Castro, dicen, durante el asalto al palacio de La Moneda y Pinochet se hizo con el poder.
Otra portada para la historia