Categoría: Local

Los 50 años del Club Náutico

Motril quería ostentar con dignidad la capitalidad de la Costa del Sol granadina y uno de los proyectos que contó con más apoyos fue la construcción del Club Náutico de la localidad. La idea nació en el verano de 1960, a raíz del ambicioso «Plan Turístico Triangular». Un grupo de aficionados a los deportes de mar de la provincia sufragaron, por un total de un millón de pesetas, la base de la primera fase de la obra. Carlos Pfeiffer fue el arquitecto encargado del proyecto y el alcalde y procurador en Cortes, Juan Antonio Escribano Castilla, uno de sus impulsores. En 1963 el flamante edificio estaba terminado y el 10 de junio de 1964 se aprovechó una visita del ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, a la provincia (el mismo viaje en el que se inauguró la emisora de la Sierra de Lújar) para realizar la puesta de largo oficial. En un viaje a bordo de un Land Rover de Obras Públicas, el ministro y su séquito llegaron a Motril. Fraga firmó en el libro de honor del Club, se le entregó el nombramiento de primer patrón del puerto y almorzó en el hotel Costa Nevada antes de seguir el camino hacia Almuñécar donde inauguró el modernísimo hotel Caribe. Desde entonces hasta ahora, las instalaciones sociales del Club han recibido la visita de numerosas personalidades, entre ellas los reyes de España que solían frecuentarlo en el transcurso de sus visitas veraniegas a los monarcas Balduino y Fabiola de Bélgica.

La Reina Sofía saluda tras una cena de la Familia Real en las instalaciones del Náutico con Balduino y Fabiola, en una imagen del verano de 1981. Peña
La Reina Sofía saluda tras una cena de la Familia Real en las instalaciones del
Náutico con Balduino y Fabiola,
en una imagen del verano de 1981. Peña

El día que el agua de la Acequia Gorda llegó a Colón

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El 25 de mayo de 1949, a las cinco y media de la tarde, Felipe Reyes Muñoz vigilaba desde su humilde casa del Camino Viejo de Cenes a sus dos hijos, que se afanaban en coger frutos de un níspero, cuando notó que la tierra junto al canal de la Acequia Gorda se desprendía ligeramente. El caudal de agua superaba el metro de altura y asustado puso a sus pequeños a salvo justo a tiempo, ya que el margen derecho de la acequia se rompió y el agua salió como un torrente arrastrando todo lo que encontraba a su paso. El ruido que produjo el desbordamiento alertó a todo el vecindario, que no tuvo tiempo de poner a salvo sus pertenencias. Desde donde se produjo la rotura, a unos diez metros de la fábrica de alpargatas, el agua anegó los chalés 9 y 11 de la Carretera de la Sierra y varias casas particulares, así como los talleres y oficinas del tranvía, cuyos pasajeros fueron trasladados en camiones ante la imposibilidad de la circulación de los vehículos. La inundación arrasó por completo los sembrados en un radio de cerca de 100 metros cuadrados. Fue espectacular el paso del agua por la ribera del Genil hasta la estatua de Colón, donde se formó una balsa de basuras, enseres, piedras y lodos arrastrados por la riada. El servicio de guardia de bomberos, formado por el jefe y un capataz, trabajó si parar para extraer el agua de las viviendas y atender a todo cuanto pudiera amenazar peligro. No hubo que lamentar desgracias personales, pero dada la grave situación que la rotura de la acequia suponía para los intereses de la Vega, la alcaldía ordenó el corte de la circulación rodada y de caballerías por el Camino Viejo de Cenes para facilitar su reparación.

Muchos años después... En los días de calor era habitual ver a los chicos refrescándose en la acequia, una práctica muy peligrosa por la suciedad que arrastraba el agua. Esta imagen es de julio de 1984. Charo Valenzuela/Archivo de IDEAL
Muchos años después… En los días de calor era habitual ver a los chicos refrescándose en la acequia, una práctica muy peligrosa por la suciedad que arrastraba el agua. Esta imagen es de julio de 1984. Charo Valenzuela/Archivo de IDEAL

San Isidro de Granada

Habían pasado quince años desde la última vez que se celebró la procesión en honor a San Isidro en Granada. Tras el paréntesis de la República y la Guerra Civil, en 1944 se restauró la ermita en honor al santo de los agricultores de la Carretera de Jaén y se constituyó oficialmente la Hermandad provincial de Labradores y Ganaderos. Prieto Moreno dirigió el proyecto de remodelación de la iglesia del siglo XVII que estaba prácticamente abandonada. Se construyeron cuatro capillas laterales, adosadas a la nave central, se reparó la bóveda, para darle mayor esbeltez, se añadieron nuevos motivos ornamentales y se construyeron las viviendas para el capellán y el santero, además de reformar el antiguo patio con un sencillo estilo granadino.
Así comenzó una tradición que consistía en la procesión de la imagen de San Isidro junto a la de Santa María de la Cabeza, que desfilaban en una carroza decorada con flores tirada por dos yuntas de bueyes acompañados por un cortejo de caballistas y amazonas, con trajes de campesinos y estandartes de la Hermandad. Las chicas, llevaban cestas con las ofrendas al Santo y solía acompañar al cortejo una representación de la Hermandad del Huerto de los Olivos. Después de la procesión solía sortearse un becerro o novillo entre los labradores y ganaderos de la hermandad y se repartía pan entre los más necesitados.

Foto: Torres Molina/Archivo de IDEAL
Foto: Torres Molina/Archivo de IDEAL
Foto: TOrres Molina/Archivo de IDEAL
Foto: Torres Molina/Archivo de IDEAL
Toto: Torres Molina/Archivo de IDEAL
Foto: Torres Molina/Archivo de IDEAL

Historias de las Cruces de Mayo

La Cruz de Mayo? – No, señor. ¡El mausoleo del cante ‘jondo’!» Miranda ‘profetizaba’ con su viñeta publicada en 1948 la desaparición de la fiesta de la Cruz y, un poco gafe sí que fue. Al año siguiente, un tremendo aguacero deslució la celebración y el 3 de mayo de 1952, un huracán hirió a varias personas  y el viento se llevó, por muchos años, las cruces de las calles de Granada.

Cruz en la plaza del Carmen en 1948
Cruz en la plaza del Carmen en 1948. Torres Molina/archivo de IDEAL
Miranda lamenta el fin de la tradición con esta viñeta publicada en 1948 utilizando como referencia la cruz municipal de aquel año (foto de arriba)
Miranda lamenta el fin de la tradición con esta viñeta publicada en 1948 utilizando como referencia la Cruz municipal de aquel año (foto de arriba)

No era la primera vez que la fiesta languidecía. En los años de la República casi se habían abandonado hasta que, en 1939, recién terminada la Guerra, Gallego Burín ordenó la instalación de una cruz en la Plaza del Carmen. Aquel año se montaron más  40 altares, la banda municipal tocó día y noche y el chavico se destinó al Auxilio Social. Entonces los altares se levantaban en las casas y, sobre todo, en los patios. En los años cuarenta, una de las cruces más animadas era la del Colegio San Bartolomé y Santiago. Los estudiantes, con sus mantos negros, sus becas azules y su buen humor animaban la zona de San Jerónimo.

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Los toros también formaron parte de la tradición. En 1935, Juanita de la Cruz cortó dos orejas y, en 1942 el Granada eliminó al Málaga en la Copa en otro Día de la Cruz para el recuerdo. A finales de los años 60, la fiesta volvió con más intensidad que nunca. La tradición se reinventaba.

 

 

La Clínica de San Rafael inaugura un hospital para los enfermos más pequeños

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Los granadinos se implicaron desde el principio con el cuidado de los niños internos en hospital de los Hermanos de San Juan de Dios. Inaugurado el 26 de marzo de 1944, el edificio, construido junto al asilo del mismo nombre, se levantó gracias a la caridad. Tenía capacidad para 45 niños, afectados por enfermedades óseas o deformaciones, que se alojaban en tres amplios «bien instalados e higiénicos» dormitorios a los que llamaban de San Juan de Dios, de San Rafael y del Niño Jesús de Granada, aunque el día de su inauguración solo había 14 enfermos. Tenía consultas externas, sala para oculista y dentista y un comedor especial para los niños recién operados. Los doctores que pasaban consulta en la clínica lo hacían de forma desinteresada. Como solo los pequeños más pobres tenían derecho a la estancia, una vez a la semana se pasaba consulta para estudiar los casos entre los chicos de seis a catorce años que lo solicitaban. Para colaborar en su mantenimiento, se hicieron muy populares la Tómbola y la Subasta de las Ilusiones en la que se pujaba, por ejemplo, por un pavo que los ganadores compartían con los convalecientes.

Los granadinos que volvieron en el ‘Semíramis’

El 27 de marzo de 1954 la Oficina Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores hizo pública una nota que decía: «El Gobierno tiene la satisfacción de comunicar al país que ayer, día 26, han salido de territorio de la Unión Soviética, rumbo a España, 286 españoles que se hallaban internados en Rusia desde la última gran guerra mundial. Se cree que el contingente principal de estos repatriados es de combatientes de la gloriosa División Azul». Los repatriados embarcaron en el ‘Semíramis’ rumbo a Estambul, donde recibieron atención médica, ropa y alimentos. Radio Nacional leía una y otra vez los nombres de los «hermanos liberados del cautiverio en las estepas rusas» entre los que se encontraban varios granadinos a los que su familiares incluso habían dado por muertos: Antonio Izquierdo, de Purullerna; Cecilio Laborda, José López García, Joaquín Mallada de Moreda; Antonio Moreno, de Moclín, Francisco Rosaleny… uno de ellos, Diego Bailón dejó a su esposa embarazada y a su vuelta conoció a su hija de doce años. El 24 de abril el ayuntamiento les entregó la Medalla de Plata de la ciudad.

Manuel Sola, alcalde de Granada, junto a otras autoridades municipales, se fotografían junto a los seis granadinos repatriados de Rusia donde permanecían detenidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. 24/04/1954 Torres Molina / IDEAL
Manuel Sola, alcalde de Granada, junto a otras autoridades municipales, se fotografían junto a los seis granadinos repatriados de Rusia donde permanecían detenidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. 24/04/1954 Torres Molina / IDEAL

El primer paso para la desaparición de la Manigua

Faltaría poco más de un año para que Gallego Burín escenificara, piqueta en mano, el derribo del legendario barrio, pero el 24 de febrero de 1939, hace ahora ochenta años, el pleno municipal aprobó uno de los proyectos de reforma urbana más importantes de Granada. En el derribo de la zona baja de la Manigua, cuenta la crónica publicada en IDEAL «Se construirán nuevas calles. Una de las nuevas vías comunicará la Puerta Real con el Campillo Alto y otra será transversal desde la Acera del Casino a la calle Navas».

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También se ensancharía Puerta Real, «construyéndose una amplia rotonda con la nueva línea que formará la esquina de Reyes Católicos y la Acera del Casino».

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El barrio, un laberinto de callejuelas que se extendían entre Puerta Real y San Matías, acogía los prostíbulos de Granada y su derribo era una vieja aspiración de la ciudad, incluso se adoptaron medidas un poco ingenuas para su demolición, como aquel alcalde que mandaba cada noche a los bomberos para ver sin los chorros de agua acababan con las desvencijadas casuchas.

 

El aljibe de la Alhambra se visita tras 27 años cerrado

Tras permanecer 27 años herméticamente cerrado, el 17 de febrero de 1944 unos pocos afortunados pudieron conocer el famoso depósito del siglo XVI, cuyas aguas gozaban de popular predilección entre los granadinos, especialmente durante los días de calor. La visita se realizó tras la limpieza del aljibe ordenada por el arquitecto Francisco Prieto Moreno.
Formado por dos grandes naves paralelas de treinta y cuatro metros de longitud por seis de ancho y con capacidad para unos cuatro millones de metros cúbicos de agua, el aspecto interior recordaba al de un grandioso templo. Ocho hombres se emplearon durante tres días en las tareas de desagüe y limpieza y se tardaron cinco días más en volver a llenarlo hasta una altura de unos cinco metros, con el agua de la acequia Real, que vertió a sus depósitos en un chorro de unos quince centímetros de diámetro.

Se contaba que en una limpieza anterior un turista alemán se coló en el tanque y murió ahogado sin que nadie escuchara sus gritos de auxilio. Su cadáver se descubrió más de treinta años después.

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Adiós al tranvía

Hace 40 años que la provincia se despidió de sus tranvías. Su desmantelamiento definitivo comenzó el día 19 de enero de 1974, cuando dejó de prestar servicio el añorado tranvía de Sierra Nevada. Tras él y en unos días, dejaron de prestar servicio las líneas de Dúrcal y Pinos Puente, sacrificadas por estar muy viejas y porque habían dejado de ser rentables por la feroz competencia de los autobuses. Según una información publicada en IDEAL, FEVE, la empresa responsable de los tranvías, aseguraba que el levantamiento de la vía de la Sierra obedecía a que unos ocho kilómetros del trazado discurrían por la zona de las obras de la presa de Canales. Para salvar la línea se planteó la construcción de un túnel pero era tan caro, que no hacía rentable el trayecto. No eran más que excusas.

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Tranvía de la línea de Granada a Sierra Nevada a su paso por el pantano de Canales. Cedida por José Manuel Fernández

 

Aquel día, muchos granadinos acudieron a despedirse de su tranvía e hicieron el recorrido entre aplausos.

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El 14 de febrero, hace cuarenta años, dejaron de funcionar las líneas de La Zubia y Fuente Vaqueros. Granada se despedía de sus tranvías tras casi tres cuartos de siglo de existencia.

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¡¡¡Feliz año nuevo!!!