Una mañana de hace treinta años, José Tamayo recibió en su despacho de la dirección del colegio Federico García Lorca del Zaidín una llamada de Chicho Ibáñez Serrador. Invitaba a su centro escolar a participar en el mítico programa ‘1, 2, 3’, en una edición especial que se emitía cada Navidad y que tenía como protagonistas a los niños.
El director encargó a la señorita Manoli que se hiciera cargo de la selección. Primero se eligieron a veinticuatro alumnos, de ahí quedaron doce y, tras pasar por una pequeña prueba de cultura general, se escogieron a los seis chicos que viajarían a Madrid a conocer el plató del programa más querido de la televisión española. El propio Chicho decidió finalmente que Jorge Iglesias e Inmaculada Romero fueran los representantes granadinos que jugarían con otros chavales de Alicante y de Toledo.
Jorge e Inma fueron la segunda pareja en contestar a las cuestiones que se planteaban en la primera parte del programa: «Objetos de las fiestas navideñas. 1, 2, 3, responda otra vez», dijo Mayra Gómez Kemp, y los chicos del Zaidín fueron los que ofrecieron el mayor número de aciertos. «Han sido 16 respuestas acertadas a 52 puntos, 832 puntos», apuntó Lidia Boch en su calculadora. En el segundo turno de preguntas, Inma entregó a la presentadora un joyero de taracea granadina obsequio del colegio. «Aquí Chicho podrá poner todas sus joyas, que serán puros», agradeció Mayra. Ganaron 8.320 puntos por contestar a 10 nombres de operaciones aritméticas, «como por ejemplo sumar». Los nombre de afluentes para los ríos que la conductora del programa iba enumerando fue la última de las pruebas de esta primera etapa del concurso que, al ser una edición especial para el público infantil, les llevó directamente a la subasta.
Jorge Iglesias, aquel chico de 12 años que cursaba séptimo de EGB, lo recuerda con el cariño de haber vivido uno de los momentos especiales de su vida. Las estrellas de la televisión de la época eran los actores que salían en el ‘1, 2, 3’ y en la subasta estaban todos: Beatriz Carvajal, Arévalo, Bigote Arrocet y hasta los Payasos de la tele, «que fue una gran sorpresa», apunta Jorge treinta años más tarde, «porque nadie nos lo había dicho». Los actores y azafatas iban dejando diferentes objetos que los chicos elegían o descartaban con las pistas de las primeras palabras de la tarjetita que los acompañaban: «Y hasta aquí puedo leer», repetía Mayra. El chollo se escondía detrás del gorro de un muñeco de nieve, dos cachorros de San Bernardo eran el regalo del ‘can can’ de Teresa Rabal, unas bicicletas acompañaban una carta a los Reyes Magos… Jorge era más decidido a la hora de descartar los regalos, pero se quedaron con el que a Inma le había gustado desde el principio: el zapato de cristal que les dejó Cenicienta al principio del concurso escondía dos motocicletas que se vinieron a Granada. «Como tenía 12 años no pude estrenarla hasta mucho después. Ahora la estoy restaurando. Es el símbolo de una etapa muy bonita de mi vida». Jorge recuerda que estaba tan nervioso que apenas aplaudía y que Chicho paró la grabación para llamarle la atención y recordarle que no estuviera tan serio, «‘que vas a quedar muy mal cuando te vean en Granada’, dijo y, claro, me puse de todos los colores».
Recibimiento
Si pasar por el ‘1, 2, 3’ fue inolvidable, el recibimiento lo fue aún más. Todo el colegio les esperaba haciendo un pasillo a las puertas del centro que atravesaron a hombros de sus compañeros. También llegó la prensa y ese chico tímido del Zaidín dejó entonces de serlo.
Ahora Jorge Iglesias es un zaidinero de pro, empresario, cordial, amable y extrovertido. No ha cesado de luchar por su barrio al que adora. Fundó el club ‘Zaidín 90’, reconocido con el Gorrión de Plata en 2013. «En una época complicada el club cumplió con una importante labor social». En las dos últimas elecciones José Torres Hurtado lo incluyó en su lista electoral y ha formado parte de la junta municipal de distrito y de la asociación de vecinos de la popular barriada. «El Zaidín es el mejor barrio del mundo, es como un pueblo, nos conocemos todos y es muy hospitalario. Todos son bienvenidos».