A mediados de octubre de 1953 el Aero Club de Granada recibió a los participantes de la I Vuelta Aérea a Andalucía, una prueba de regularidad en la que participaban veintisiete avionetas de Sevilla, Granada, Málaga y otros clubs aéreos de España y Marruecos. Llegaban procedentes de Córdoba, en una etapa liderada por un piloto granadino de apellido Serrano. Entre los participantes se encontraba una chica que pilotaba con aspiraciones de ganar la prueba. Aquella joven era la riojana Pilar Lebrero, que reconocería años más tarde en una entrevista que lo más complicado de aquella competición fue pilotar tras las copas de manzanilla con las que eran agasajados los pilotos. En los años cincuenta fue la mujer con más horas de vuelo y la única que había pilotado un «Bucker».

Pilar Lebrero