El 30 de noviembre de 1933, IDEAL publicaba en su portada una fotografía de los trabajos de reconstrucción del Arco de las Orejas en «el paseo central de coches del bosque de la Alhambra». Leopoldo Torres Balbás, arquitecto conservador del monumento, fue el responsable de la reedificación que se llevó a cabo por orden de la Dirección General de Bellas Artes y a propuesta del Patronato del Tesoro Artístico Nacional.
El Arco de las Orejas, también conocido como Puerta de Bib-Rambla, del Arenal, de las Manos, de los pesos falsos y de los pesos y medidas, se encontraba en la calle que hoy lleva su nombre, junto a la de Salamanca. De hecho, Manuel Gómez Moreno en su «Guía de Granada» la llamaba de «Bibalfarax», cuya traducción es Puerta del Caballo, porque así se llamó a esta última calle.
De construcción árabe, muy parecida a la puerta de la Justicia de la Alhambra, constaba de dos partes: un arco de herradura, que se abría en un muro, y otro arco más pequeño sobre el que había un balcón. Los Reyes Católicos pusieron en dicho monumento un valioso cuadro de Nuestra Señora de la Rosa, nombre que recibió por una flor que el Niño tenía en la mano. Más tarde, los soberanos mandaron construir una tribuna y un altar que ocultaron parte de la decoración del arco. Por el lado de la plaza se leía una inscripción en caracteres góticos, escrita sobre un tablero de mármol blanco alusiva a cierta capilla que hubo encima de la puerta, edificada en 1507 por el bachiller Millán de Olivares, capellán de la reina Isabel, en recuerdo de la fiesta del Corpus, capilla que servía para que oyeran misa los vecinos de la plaza y el Zacatín.
Desde que a mediados del siglo XIX comenzara la reordenación del entorno de Bib Rambla, el Arco estuvo amenazado. No se destruyó hasta 1884, con la bendición de las autoridades municipales y a pesar de que tres años antes había sido declarado monumento nacional. En un principio, los restos se dejaron olvidados en un rincón del Ayuntamiento. Algunas de las piedras se perdieron, otras «fueron utilizadas, por manos de ignorantes y analfabetos, para construir, por ejemplo, un tapón de cauchil», cuenta el antiguo ejemplar de IDEAL. Con el paso del tiempo se dispuso el traslado de los restos a un local de la calle Alhóndiga y luego a las naves del Pósito hasta que, finalmente, alguien decidió que su sitio era el Museo Arqueológico.
En el 31 se planteó su reconstrucción. En un primer momento se pensó en levantar el Arco en el recinto del Secano de la Alhambra, pero se desistió de esta idea por ser un lugar poco frecuentado. Finalmente se eligió el rincón que hoy ocupa con la idea de construir un paseo peatonal que discurriera bajo la Puerta y que llegara a la de la Justicia.
Sin embargo, para el redactor del periódico, con la reconstrucción el monumento había perdido su «arrogante aspecto»: «La mayor parte de su arco grande ha desaparecido y, para formar este, ha sido necesario emplear ladrillos con los que se han construido casi en total, pues solamente en su lado izquierdo posee las piedras auténticas en la proporción de un tercio. Los sillares están completamente formados por piedras de las que se emplean en las construcciones rústicas, traídas de ríos y canteras. El arco pequeño conserva mejor sus elementos primitivos y solo en el lado derecho ha sido preciso sustituir aquellos por ladrillos, aunque no en gran proporción. Algunos de los bloques están algo fraccionados y faltan los trozos finales. Por último, la pared o fachada está reconstruida con abundancia de elementos ajenos a su época y estilo».

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Para más información, aquí tienen el enlace al artículo El Arco de las Orejas y la polémica nacional por su derribo por Juan Ramón Olmos, periodista de IDEAL.

Y si todavía quieren más, yo he leído Guía de la Granada Desaparecida de Juan Manuel Barrios, Andar y ver de Juan Bustos y la Guía de Granada de Manuel Gómez Moreno