La mañana del 18 de diciembre de 1946 Granada amaneció cubierta por un manto de nieve. El fuerte temporal que azotaba la provincia desde hacía varios días permitió incluso esquiar en Puerta Real. El periódico la anunciaba como la «nevada más intensa y persistente de todo el siglo», así lo constataba el Observatorio de Cartuja de la Compañía de Jesús, que también apuntaba que el año con mayor número de nevadas había sido, hasta entonces, 1917.

La nieve incomunicó a la Alpujarra. La Carretera de Madrid estaba cortada a la altura de la Venta de la Nava, hasta más allá de Campotéjar y el último vehículo que cruzó Loja desde Málaga fue la Alsina, antes de que se interrumpiera el tráfico. No era extraño ver nevadas en la capital pero solían producirse en los meses de enero a marzo, en diciembre era más raro. La vida en la ciudad quedó prácticamente interrumpida. El reparto de pan, agua y leche, fue complicado, ya que los burros que tiraban de los carros cargados con la mercancía se resbalaban con facilidad. Por la tarde se alcanzaron hasta treinta centímetros de nieve. Durante todo el día las temperaturas se mantuvieron bajo cero y se alcanzó una máxima de 2,6 grados.

Esquiadores en Puerta Real

Los jóvenes no le temieron a las condiciones meteorológicas y, durante la mañana, la Cuesta de Gómerez fue pista de esquí para los más atrevidos. Se llegó a esquiar en la Acera del Casino, en la Carrera del Genil, en el Paseo del Salón, en la Avenida de Cervantes y en Plaza Nueva. Eso sí, hubo varios accidentados que tuvieron que ser atendidos en la Casa de Socorro.

Otras nevadas «del siglo»

El 21 de enero de 1957, volvió a repetirse el titular. Pero esta vez al frío y la nieve se sumó una tormenta eléctrica que dejó sin luz y sin servicio telegráfico a la ciudad. El diario cuenta la anécdota de un señor que tenía que tomar el tren exprés para Madrid. Como no pudo encontrar un taxi en toda la capital que le llevara a la estación, llamó por teléfono a ésta con la esperanza de encontrar alguno dispuesto a recogerle. Insistió tanto, que le dijeron que el único transporte disponible era el autobús que cubría la línea con Puerta Real y, como no le quedaba otra opción, pidió que se lo enviasen. Llegó a tiempo, pero tuvo que pagar cuarenta billetes de ida y otros tantos de vuelta.

El mes de diciembre más frío se registró en 1980, cuando los termómetros no marcaron más que cinco grados ºC de media.