El futuro del flamenco granadino taconeaba en la academia de baile de Pepita Berdonés en la calle San Antón. Pionera en el arte de descubrir talentos (la suya fue la primera escuela de baile que abrió en Granada), durante décadas su grupo era fijo en cualquier festival benéfico, Cruces de Mayo, fiestas del Corpus o galas navideñas que se organizaran en esta ciudad. Berdonés formó su ballet flamenco en 1965 y con él recorrió los escenarios de toda España. Llegaron a actuar en numerosas ocasiones en Televisión Española, en programas como ‘Chavales’, ‘Antena infantil’ o ‘Gente Menuda’. Entre los bailaores que se formaron con Pepita, están los conocidos Juan Andrés Maya, que le pedía a su profesora que le enseñara cualquier baile, desde flamenco a clásico o claqué; Rosa Zárate, a la que acompañaba su hermano José Carlos a la guitarra, o Eva la Yerbabuena. A sus ochenta y maravillosos años cumplidos, la querida profesora recuerda que bailaba desde los siete: «mi madre tenía un salón de alta costura al que acudía una conocida bailaora del Sacromonte, Lola Medina, la inventora de la coreografía de la Reja», cuenta a IDEAL desde su casa, que conserva decorada con los muebles de cuando se casaron sus padres, allá por los años veinte. Pepita se enamoró de la manera de posar de la artista mientras su madre le tomaba medidas y, a los catorce años, se sacó el carné profesional para dar clases. Primero acudía a las casas, donde impartía su arte flamenco por cinco pesetas la hora. Se llegó a hacer tan popular, que las propias alumnas le pidieron buscar un local para dar las lecciones, así fundó su escuela en la calle San Antón.
La imagen que acompaña este artículo es de 1967. Entonces su grupo lo formaban catorce niñas y un chico. Tenían entre cinco y quince años e interpretaban un repertorio de baile andaluz, seguidillas, alegrías, fandangos o tanguillos. Como los niños acudían al colegio, las salidas fuera de Granada las hacían en verano. Entre sus actuaciones, recuerda aquella que les llevó al teatro Maravillas de Madrid y en la que, a pesar de que tenían prevista una canción, acabaron interpretando siete, o aquel homenaje a granadinos ilustres en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Aquellos pequeños artistas se ganaron la simpatía de todos y la escuela de Pepita continuó hasta los años noventa, cuando las piernas cansadas de tanto bailar, jubilaron a la profesora.